La ciudad de Chicago acordó pagar casi veinte millones de dólares a cuatro ex prisioneros condenados a pena de muerte que confesaron falsamente luego de ser torturados por la policía de Chicago. Los cuatro hombres son afroestadounidenses, y demandaron al ex Comandante de Policía de Chicago Jon Burge y a más de veinte oficiales que trabajaban con él alegando que fueron forzados a confesar falsamente que cometieron homicidio. En 2006 fiscales especiales publicaron un informe muy esperado que afirmaba que había prueba más allá de toda duda razonable de que Burge y otros cuatro ex oficiales maltrataron a los sospechosos para extraer confesiones en la década del 80.
Nunca se presentaron acusaciones en contra de Jon Burge, quien supervisó la tortura. Fue despedido en 1993 pero aún recibe treinta mil dólares al año de jubilación como policía de la ciudad.