El viernes, el presidente Bush dijo que el gobierno daría 17.4 mil millones de dólares en préstamos de emergencia a General Motors y Chrysler. Como contrapartida, los fabricantes de autos deben presentar un plan de reestructura el 31 de marzo que muestre como podrían sobrevivir o, de lo contrario, deben pagar los préstamos.
Dijo el presidente Bush: “Existe un riesgo demasiado grande de que actualmente la quiebra conduzca a una liquidación desordenada de las empresas automotrices estadounidenses. Mis asesores económicos creen que semejante colapso significaría un golpe inaceptablemente doloroso para todos los estadounidenses trabajadores mucho más allá de la industria automotriz. Empeoraría un mercado laboral débil y exacerbaría la crisis financiera. Podría causar una recesión más profunda y prolongada de nuestra dañada economía. Y pondría al próximo presidente frente a la desaparición de una importante industria estadounidense en sus primeros días de gobierno”.