En los márgenes de la cumbre, un conjunto de grupos ambientalistas otorgaron el antipremio denominado “La sirena enfadada” para destacar a las empresas que intentan desbaratar los esfuerzos contra el calentamiento global. El gigante biotecnológico Monsanto se ubicó en primer lugar, seguido del gigante petrolero Royal Dutch Shell y el grupo de presión petrolero American Petroleum Institute (Instituto Estadounidense del Petróleo, en español). Paul de Clerck, de Amigos de la Tierra Internacional, dijo que los países más ricos privilegian las ganancias de las multinacionales por sobre la supervivencia del mundo.
Paul de Clerck declaró: “Las negociaciones climáticas de la ONU se alejan cada vez más de los compromisos de los países más ricos de reducir las emisiones en sus respectivos territorios. Vemos que las soluciones que se tratan de imponer son básicamente instrumentos que generarán grandes ganancias a las empresas, al tiempo que la mayoría de ellos no redundarán en la reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero y algunos incluso ya están destruyendo los derechos del medio ambiente y las comunidades locales”.