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Casi todo lo que hacemos actualmente a diario, desde enviar correos electrónicos hasta tomar fotografías, escribir mensajes de texto, hablar por nuestros teléfonos móviles, descargar música, teclear en nuestras computadoras y usar nuestras tarjetas de crédito y débito, todo ello genera información. Y, cada día, la incontable información generada por nuestras cada vez más expandidas huellas digitales es registrada, rastreada, inspeccionada, vendida, analizada y guardada para siempre. Algunos podrían considerar esta explosión digital de ultra-conectividad y su potencial para la cooperación y la innovación una especie de utopía. Pero otros advierten que también plantea importantes dudas en cuanto a temas como la privacidad, la identidad, la libertad de expresión, la responsabilidad y el futuro de la democracia.