Las acusaciones de tortura se producían al mismo tiempo que la investigación llevada a cabo por el Pentágono y respaldada por la Casa Blanca concluía en que las condiciones de Guantánamo se ajustaban a las pautas de las Convenciones de Ginebra.
El Almirante Patrick Walsh, jefe de la investigación, declaró: “El artículo 3 común a las Convenciones de Ginebra prohíbe los siguientes actos: atentados contra la vida y la integridad corporal, toma de rehenes, atentados contra la dignidad personal, en particular los tratos humillantes y degradantes, condenas dictadas sin previo juicio ante un tribunal legalmente constituido. Si durante la investigación hubiéramos encontrado pruebas fundamentadas de actos prohibidos habríamos concluido en que hubo incumplimiento del artículo común 3, pero no encontramos tales pruebas”.
Walsh se jactó de ser un investigador imparcial, aunque es un oficial de alto rango de la Marina. Los grupos defensores de los derechos humanos y los abogados de los presos desestimaron el informe de inmediato, calificándolo de farsa. Más noticias sobre Guantánamo más adelante en la transmisión.