No se conoce aún la cifra de víctimas fatales del devastador terremoto de Haití pero se teme que supere los cien mil fallecidos. Los cadáveres yacen en las calles en medio de edificios derruidos y se siguen escuchando los gritos de gente enterrada bajo los escombros. La situación es cada vez más grave, ya que hasta ahora no hay un plan coordinado de rescate y la ayuda llega en cuentagotas. Sigue la búsqueda desesperada de sobrevivientes, pero los rescatistas carecen de equipos y a menudo se valen de sus propias manos. Gran parte de Puerto Príncipe, la capital, ha sido arrasada, y decenas de miles de personas han quedado sin hogar. La infraestructura de la ciudad sufrió un golpe de incalculables proporciones en hospitales, escuelas, hoteles y mercados que se desmoronaron. La mañana siguiente al terremoto, el Presidente Barack Obama prometió lo que denominó apoyo “inquebrantable” de Estados Unidos.
El Presidente Obama declaró: “Ordené a mi gobierno que responda con un esfuerzo rápido, coordinado y agresivo para salvar vidas. El pueblo de Haití contará con el pleno respaldo en el esfuerzo urgente para rescatar a las personas atrapadas bajo los escombros y entregar ayuda humanitaria, alimentos, agua y medicamentos que los haitianos necesitarán en los próximos días”.
La Cruz Roja afirma que aproximadamente tres millones de personas podrían estar necesitando socorro inmediato.