El lunes, un inmigrante afgano se declaró culpable de haber planeado un ataque suicida con bombas en el metro de Nueva York en septiembre pasado. Najibullah Zazi, de 25 años, admitió en un tribunal federal de Brooklyn que Al Qaeda le había dado entrenamiento militar y en fabricación de bombas en la región paquistaní de Waziristán. Zazi dijo que el objetivo del ataque era “llamar la atención sobre lo que las fuerzas militares de Estados Unidos estaban haciendo con los civiles de Afganistán”.
El fiscal general Eric Holder dijo: “Zazi admitió que trajo explosivos a Nueva York el 10 de septiembre de 2009 y que él y otras personas planeaban detonarlos en el metro de la ciudad. Se trata de una de las amenazas terroristas más graves sufridas por nuestro país desde el 11 de septiembre de 2001, y si no fuera por los esfuerzos conjuntos de la comunidad policial y de inteligencia, podría haber sido devastador. Este intento de ataque a nuestro territorio fue muy real y exaltado. Y hubiera sido letal”.
Holder afirmó que el caso probó que el sistema de justicia penal es una herramienta invalorable para desactivar a los terroristas, obtener información de inteligencia y combatir el terrorismo. Por lo menos otros cuatro sospechosos fueron acusados en relación con este caso: el padre de Najibullah Zazi, que es imán en Nueva York, y dos de sus compañeros de secundaria de Queens.
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