Un adolescente mexicano de catorce años fue enterrado hoy, a menos de 48 horas de haber sido asesinado en suelo mexicano por un agente de la Patrulla de Frontera de Estados Unidos. Funcionarios mexicanos dicen que Sergio Adrián Hernández Huereca recibió un disparo en la cabeza. En fotos publicadas en medios mexicanos se ve al chico tendido junto a un charco de sangre. Sergio y sus amigos, según se informa, estaban jugando en un área seca del Río Grande y arrojando piedras a los guardias fronterizos. El gobierno mexicano condenó el asesinato y afirmó que el uso de armas de fuego para responder a niños que estaban arrojando piedras constituyó un “uso desproporcionado de la fuerza”. Un testigo presencial dijo que Hernández estaba claramente en territorio mexicano cuando recibió los disparos.
El testigo declaró: “Estando los jóvenes del lado mexicano llegó un oficial, no sé si de Migraciones o un oficial de la policía, en una bicicleta con camisa blanca, casco y shorts; le tiró de balazos a los muchachos, a todo el grupo. Unos corrieron para un lado, otros, para otro. Pero éste se escondió atrás del muro. Todavía se asomó; cuando se asoma, es cuando le dan los balazos a este muchacho”.
El tiroteo se produce pocas semanas después de que el Presidente Barack Obama anunciara un plan para enviar 500 millones de dólares más y 1.200 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera. Hace dos semanas, un funcionario de la Patrulla de Frontera en California disparó contra un inmigrante mexicano indocumentado con una pistola de electrochoques y le provocó la muerte. Anastacio Hernández, de 32 años, vivía en San Diego desde que tenía catorce años y tenía cinco hijos nacidos en Estados Unidos. Agentes de la Patrulla de Frontera sostienen que se resistió a ser deportado.
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