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El entrenador del equipo de fútbol americano de Penn State, Joe Paterno, uno de los entrenadores más legendarios de la historia deportiva de EE.UU., fue despedido el miércoles por su papel en el presunto encubrimiento del abuso sexual de menores cometido por el ex asistente del entrenador del equipo de fútbol, Jerry Sandusky. El presidente de Penn State, Graham Spanier, también fue despedido. En 2002, Paterno habría recibido el testimonio de alguien que vio a Sandusky violar a un menor en un vestuario de Penn State. Si bien Paterno se lo dijo a su jefe, éste no llamó a la policía. En Penn State se sabía de una serie de agresiones sexuales presuntamente cometidas por Sandusky, pero la policía nunca fue notificada de las mismas. La semana pasada, Sandusky fue acusado de abusar sexualmente de ocho menores en un período de 15 años. Durante todo ese tiempo, Sandusky dirigió una fundación para niños con problemas. La respuesta de los estudiantes al escándalo de violación de menores ha sorprendido a muchos. El miércoles, los estudiantes se amotinaron indignados, no por el papel de la universidad en el encubrimiento de la violación de menores, sino por el despido de Paterno. Hablamos con Dave Zirin, que escribe sobre política deportiva. “Lo que los estudiantes de Penn State hicieron la otra noche —disturbios, golpes en la cabeza con piedras a los periodistas de la cadena ESPN e incendios—, y a propósito, no hubo ningún arresto al final de la noche después de toda esa carnicería, contrasta enormemente con el valor de los estudiantes que ocupan los campus de sus universidades en todo el país”, afirma Zirin. “Realmente se están poniendo en escena dos historias de la misma generación en diferentes campus”.