Las fuerzas de seguridad sirias asesinaron a decenas de manifestantes durante el fin de semana, al tiempo que arrestaron a centenares más en allanamientos de viviendas. Dichas fuerzas irrumpieron en varias casas de Deraa el domingo en búsqueda de hombres menores de 40 años, mientras los tanques bombardeaban la ciudad. El sábado, las fuerzas sirias se apoderaron de una mezquita de importancia clave en la ciudad. Mientras tanto, al menos 233 miembros del partido gobernante Baath de Bashir Assad renunciaron en protesta ante la violenta represión. El viernes, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU votó en Ginebra para condenar el uso de la fuerza en Siria contra manifestantes pacíficos.
Kyung-wha Kang, Alto Comisionado Adjunto para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, dijo: “Siria tiene la responsabilidad de proteger a su población de los crímenes contra la humanidad y otros crímenes internacionales. En este contexto, me gustaría destacar que los autores de toda orden o realización de ataques contra la población civil pueden ser penalmente imputables. Los ataques que se realizaron en forma generalizada o sistemática pueden llegar a ser crímenes contra la humanidad”.