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El gobierno de Obama ha dado marcha atrás a una larga política de EE.UU. que negaba las cartas presidenciales de condolencia a las familias de los soldados que se habían suicidado, y dijo que con esto espera reducir el estigma asociado con los costos de la salud mental de la guerra. Los suicidios entre los miembros de servicio militar han aumentado a medida que algunos soldados repiten sus turnos en el campo de batalla y sufren estrés post-traumático. La nueva política de las cartas de condolencia entró en vigor este mes, pero no tiene carácter retroactivo. Grupos que trabajan en salud mental y los que defienden los derechos de las tropas dieron la bienvenida al cambio, pero dijeron que los que mueren fuera de las zonas de guerra también deben ser reconocidos, y que se debería hacer mucho más para prevenir el suicidio entre los que sirven en las fuerzas armadas. Hablamos con Gregg y Jannett Keesling, los padres de Chancellor Keesling, un soldado de EE.UU. que se quitó la vida durante su segunda misión en Irak, y con Kevin Lucey, cuyo hijo Jeff Lucey, se quitó la vida después de regresar del servicio militar en Irak.