Naomi Klein: huracán Sandy abre un espacio para actuar sobre el cambio climático y por una reforma progresista

Reportaje15 de noviembre de 2012

La galardonada periodista y escritora Naomi Klein ha participado en una charla en Nueva York esta semana, en la que habló sobre por qué la reconstrucción tras los daños generados por el huracán Sandy es una gran oportunidad para impulsar el comienzo de un cambio progresista. Su último artículo publicado en la revista The Nation se llama “La tormenta Sandy: ¿Un shock del pueblo?”. Klein es autora del bestseller “La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre” y actualmente está trabajando en un libro sobre el cambio climático.

Transcripción
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AMY GOODMAN La galardonada periodista y escritora Naomi Klein ha participado en una charla en Nueva York esta semana, en la que habló sobre por qué la reconstrucción tras los daños generados por el huracán Sandy es una gran oportunidad para impulsar el comienzo de un cambio progresista. Su último artículo publicado en la revista The Nation se llama “La tormenta Sandy: ¿Un shock del pueblo?”.
Un fragmento de este artículo dice: “El premio a la desvergüenza del capitalismo del desastre sin duda va para el economista de derecha Russell S. Sobel, quien en un foro de internet del New York Times ha sugerido que, en las zonas más afectadas, la FEMA (Agencia Federal para Gestión de Emergencias) debería crear 'áreas de libre comercio, en el que todas las regulaciones, permisos e impuestos normales [sean] suspendidos'. Al parecer, este vale todo para las empresas lograría 'una mejor provisión de los bienes y servicios necesarios para las víctimas', escribió el economista.”
Klein desarrolló esta idea el martes por la noche cuando habló en el 92YTribeca. Ante la pregunta de la audiencia acerca de su planteo de que la reconstrucción tras Sandy es una gran oportunidad para marcar el comienzo de un cambio progresista.

NAOMI KLEIN “Yo no lo llamaría 'socialismo del desastre'. En el artículo al que te refieres, yo lo llamé “un shock del pueblo”, oponiéndolo’ a la doctrina del shock’. Y mis argumentos, lo que sostengo en La Doctrina de Shock es que toda esta estrategia fue desarrollada por la derecha en respuesta al hecho de que las crisis —las crisis económicas y también las ecológicas— realmente son, han sido tradicionalmente oportunidades para la izquierda. Y si pensamos en el neoliberalismo como una contrarrevolución frente al “New Deal” y un intento de deshacer los avances que se habían logrado desde los movimientos populares luego de la crisis de 1929, entonces creo que también deberíamos ver la doctrina del shock como la estrategia de la derecha para asegurarse de que, en los desastres, las crisis vayan en la dirección que ellos quieren, en lugar de ir en la dirección que a la que a menudo tienden orgánicamente, que es atacar la causa de fondo de la crisis y organizar movimientos populares que demanden un verdadero cambio estructural. Los problemas que yo menciono en el libro no son que se haya tomado medidas fuertes frente al desastre. No hay nada de malo en eso. Si hay una crisis, se debe responder enérgicamente. La situación lo merece. Son estas formas particulares de usar las crisis de maneras antidemocráticas, para acaparar poder, para centralizar el poder, para burlar la democracia. Entonces, lo que estoy proponiendo es lo contrario de eso. Es ampliar el espacio democrático en los momentos de crisis.

Y creo que es un buen ejemplo pensar en cómo reacciona una comunidad ante un desastre como el huracán Sandy, porque muchas veces lo que sucede es que los procesos de reconstrucción son organizados y dirigidos por las élites. Se arma un comité y se lo llena con empresarios, como acaba de pasar, para que elaboren un plan de reconstrucción. Y a menudo son gente muy, muy rica, de quienes se espera que atraigan más donaciones. Y con frecuencia, a las personas afectadas se las victimiza tanto, y se las trata como si estuvieran demasiado traumatizadas como para participar en el proceso de reconstrucción. Y esto es simplemente falso. De hecho, la mejor manera de recuperarse de un trauma es participar y ayudar como forma de superar la impotencia. Y eso es lo que se ve en la extraordinaria respuesta que está dando el movimiento “Occupy Sandy” a esta situación de crisis en concreto. No están interviniendo con el espíritu de las organizaciones de ayuda tradicionales, que llegan a una comunidad y dicen: “Nosotros sabemos lo que ustedes quieren”, y reparten recursos sin tomar en cuenta las decisiones de la gente, construyendo una relación de tipo clientelar. En cambio, los voluntarios que participan en “Ocuppy Sandy” se acercan con el espíritu de lo que ellos llaman “ayuda mutua”, que consiste en preguntar a la gente “¿Qué es lo que ustedes quieren?”, y tratar de empoderar a las comunidades, no sólo para hacer frente a la emergencia inmediata, sino también para gestionar la recuperación más a largo plazo.

Pero ¿cómo sería tener algo así? Es increíble para mí que sucede aquí, tenemos una crisis que se podría considerar una llamada de atención sobre el cambio climático, y que así fue considerada en los primeros momentos. Tuvimos la portada de la revista Bloomberg Businessweek diciendo “Es el Calentamiento Global, estúpido.” Y tuvimos al alcalde Bloomberg dando su apoyo a Obama por su supuesta firmeza para enfrentar el cambio climático. Pero sin embargo, cuando pensamos en la reconstrucción, hablamos de cómo prepararnos para contener la próxima tormenta, no de cómo evitar que las tormentas se sigan intensificando. Y en el medio de todo esto, en la ciudad se está dando un debate sobre el aumento en las tarifas del transporte público, si se deben aumentar las tarifas del metro y de los autobuses. Lo que debería darse, como respuesta a este debate, hablando acerca de la confianza y la seguridad que deberíamos ganar al darnos cuenta de que estábamos en lo cierto, es que saliéramos a decir, no sólo que no queremos aumentos en las tarifas, sino que en un momento como este el transporte público debería ser gratuito. Deberíamos estar desarrollando políticas públicas para fomentar que la mayor cantidad posible de personas deje de viajar en automóvil y use el transporte público, ¿verdad?

Este es sólo un ejemplo de lo que sería, en mi opinión, un “shock del pueblo”. Y eso implica que las comunidades se movilicen. Que la gente se organice, la gente en las viviendas públicas, que continúan sin electricidad. Que sean una fuerza política. Una de las cosas que realmente me llamó la atención cuando estuve en el barrio Red Hook [de Brooklyn] ayer, es que la gente está hablando sobre el cambio climático. O sea, suele pensarse que las personas que están en las zonas más afectadas están demasiado concentradas en cuestiones urgentes del día a día como para prestar atención a estos grandes temas. Pero la gente sacaba el tema del cambio climático sin que yo lo hubiese planteado, una y otra vez, diciendo cosas como “No es que sólo queremos que vuelva la luz. ¿No sería genial si tuviéramos energía solar, para no tener que lidiar con la amenaza de las tormentas el año que viene y el siguiente y el siguiente?”

Y con el cambio climático, es verdad que ya estamos condenados a sufrir una cierta parte de sus consecuencias en los próximos años, pero sin dudas nos queda una oportunidad muy pequeña para tratar de evitar el cambio climático más catastrófico. Ya hemos tenido una muestra de lo que nos espera, y es bastante aterrador. A eso me refiero. Realmente se trata de que la gente más afectada se movilice para llegar a ser un grupo con incidencia política. Y creo que esto se vincula con la pregunta sobre cuáles son, además de los sindicatos, las bases sobre las que se puede generar organización. Tenemos que generar organizaciones barriales. La gente se puede organizar en torno a los problemas de vivienda, en torno al problema del endeudamiento. Se pueden organizar los usuarios del transporte público y muchos otros grupos con intereses comunes, ya que la fuerza de trabajo tradicional, la fuerza de trabajo masiva que dio origen al movimiento obrero, ya no está tan presente en nuestra economía como antes, lo que no quiere decir que los sindicatos sean irrelevantes. No son irrelevantes, pero no pueden ser el único tipo de organización social que agrupe a grandes cantidades de personas, la única institución de ese tipo.

AMY GOODMAN Esta ha sido parte de la charla de Naomi Klein en el 92YTribeca en Nueva York. Klein es la autora de “La Doctrina del Shock. El auge del Capitalismo del Desastre.” Su último artículo para la revista The Nation se titula “La tormenta Sandy: ¿Un shock del pueblo?” El viernes de noche, estará en el Hammerstein Ballroom en Nueva York como parte de la gira “Do the Math” organizada por el movimiento 350.org, con Bill McKibben. Naomi Klein está escribiendo un libro sobre el cambio climático.

Esto es Democracy Now!, Democracynow.org, el informe de Guerra y Paz. Volvemos con Chasing Ice. Quédate con nosotros.

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