En Rusia, tres integrantes de una banda punk feminista son juzgadas esta semana y podrían enfrentar hasta siete años de prisión por realizar una protesta en una iglesia contra el líder ruso Vladimir Putin. En febrero, cinco integrantres del grupo Pussy Riot se colocaron ante el altar de una de las principales catedrales ortodoxas rusas luciendo vestidos, pantis y pasamontañas de colores vívidos. Bailaron, se arrodillaron y rezaron a la Virgen María para que expulse a Putin, que actualmente cumple su tercer mandato como Presidente de Rusia. Las tres, que tienen entre 20 y 30 años, están presas desde hace cinco meses y podrían enfrentar hasta siete años de cárcel por el delito de “vandalismo motivado por odio u hostilidad religiosa”. Dos de las mujeres tienen niños pequeños. En una concentración frente a la sede judicial, un seguidor de la banda exigió su liberación inmediata.
Vitaly Zalomov expresó: “Esto no es un juicio. Es una venganza. Las autoridades han llegado a un punto en el que no respetan la ley. Por una falta menor, digamos la verdad, la gente es enviada a la cárcel. Y las han retenido allí, a estas jóvenes madres, durante medio año ya”.
El juicio se desarrolla en medio de temores de un aumento de la represión contra los opositores en Rusia. El martes, investigadores de ese país acusaron al bloggista y activista en contra de la corrupción Aleksei Navalny de malversación, delito que tiene una pena de hasta 10 años de prisión.
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