El pasado fin de semana se registraron muchas muertes en Afganistán. Cinco personas murieron hoy, entre ellos un alcalde de distrito y un miembro local del consejo de paz administrado por el gobierno, en un atentado con bomba en el norte del país. El domingo, un jefe de gobierno de distrito murió junto con tres de sus guardaespaldas en un atentado con bomba al borde de la carretera en el este del país. El sábado, un miembro de la Policía Nacional Afgana abrió fuego y mató al menos a diez de sus colegas en el suroeste de Afganistán. Y el viernes, seis soldados estadounidenses murieron: tres infantes de marina de Estados Unidos fueron asesinados a disparos el viernes temprano por un comandante de la policía afgana y sus hombres luego de haber aceptado una invitación a cenar. También el viernes, un civil afgano que trabajaba en la base de la OTAN le disparó a otros tres soldados estadounidenses.
El brigadier general Gunter Katz, de la OTAN, declaró: “Permítanme decirles claramente que estos incidentes no reflejan la situación global de Afganistán, donde casi 500.000 soldados y policías trabajan juntos para aumentar la confianza, la cooperación para, unidos, luchar por un futuro mejor en este país y ejercer presión sobre la insurgencia”.