El mismo día en Libia, agentes estadounidenses capturaron al líder de Al Qaeda Abu Anas al-Liby de las calles de Trípoli. Al-Liby fue acusado en 2000 de supuestamente haber participado en los atentados con bomba contra la embajada de Estados Unidos en Kenia y Tanzania en 1998, en los que más de 224 personas murieron. Había una recompensa de cinco millones de dólares por su captura. En una declaración, el gobierno libio afirmó que no tenía conocimiento previo del ataque y exigió una explicación de lo que denominó “el secuestro de un ciudadano libio”. Por su parte, Estados Unidos sostiene que el gobierno libio sabía de la operación y que brindó asistencia. Al-Liby está detenido y está siendo interrogado sin presencia de un abogado en un buque de la Armada de Estados Unidos en el Mar Mediterráneo. Se prevé que será enviado a Nueva York, donde sería juzgado por un tribunal federal. Durante una visita a Indonesia, el Secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, sostuvo que Estados Unidos continuará lanzando operaciones similares en países extranjeros.
El Secretario Kerry declaró: “Esperamos que esto deje en claro que los Estados Unidos de América nunca cesarán en su esfuerzo de responsabilizar a quienes cometen actos de terrorismo. Los miembros de Al Qaeda y otras organizaciones terroristas pueden literalmente correr, pero no pueden esconderse. Seguiremos intentando llevar a la gente a la justicia del modo adecuado, con la esperanza de que, finalmente, este tipo de actividades contra todo el mundo se detengan”.