La violencia anti islámica siguió expandiéndose en Birmania durante el fin de semana después de días de enfrentamiento, que dejaron docenas de personas muertas. El Presidente Thein Sein envió al ejército para sofocar la violencia en la ciudad central de Meikhtila, donde al menos 32 personas murieron y aproximadamente 10.000 (la mayoría integrantes de la minoría musulmana del país) fueron desplazadas por budistas armados. Las turbas siguieron destruyendo mezquitas e incendiando casas en por lo menos otras tres localidades. El principal enviado de las Naciones Unidas a Birmania recorrió Meikhtila el domingo.
Vijay Nambiar declaró: “Por lo que veo aquí, obviamente se sienten inseguros porque sus casas y las mezquitas fueron destruidas en esta localidad, pero se les están dando alimentos y atención médica, y no tienen quejas sobre las necesidades básicas. Por supuesto que están preocupados, y he intentado hacer hincapié en que estas cosas deberían ser consideradas acciones criminales y no convertirse en problemas comunitarios, y la comunidad debe aprender a vivir en conjunto”.