Cuatro senadores revelaron una medida para controlar las facultades de vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). El proyecto de los senadores demócratas Ron Wyden, Mark Udall y Richard Blumenthal, así como del senador republicano Rand Paul, es la respuesta más radical del Congreso a la fecha desde que en junio Edward Snowden expuso el espionaje generalizado de la NSA. En una conferencia de prensa, el Senador Wyden citó lo que calificó como un “cambio radical” en la opinión pública resultado de las filtraciones de Snowden. Mientras tanto, el senador Udall dijo que las medidas de la Ley de Reforma de la Supervisión y Vigilancia de Inteligencia protegería a los estadounidenses de la intrusión injustificada en su vida privada, en parte al poner fin a la recopilación masiva de registros telefónicos según el artículo 215 de la Ley Patriótica.
El senador Udall dijo: “Este paquete supone poner fin a la recopilación masiva de los registros telefónicos de millones de estadounidenses, prohibir la vigilancia furtiva de las comunicaciones de los ciudadanos y transformar al Tribunal de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera es un organismo más transparente y que deba responder de sus actos. En virtud de este proyecto, el gobierno federal igual podrá vigilar los registros telefónicos de terroristas y espías, pero solo cuando pueda demostrar un presunto vínculo con el terrorismo o espionaje. Y si bien creo firmemente que algunos programas de vigilancia nos han dado más seguridad, los estadounidenses que no tengan vínculos con el terrorismo o el espionaje no tendrían por qué preocuparse de que la NSA recabe su información privada”.
El senador demócrata Patrick Leahy no es uno de los patrocinadores del proyecto, pero ha respaldado reclamos de reformas similares. El Comité de Inteligencia del Senado se prepara para estudiar las reformas propuestas para la NSA en una audiencia que se celebra hoy. El miércoles, el jefe de la Agencia, Keith Alexander, criticó la indignación por la vigilancia gubernamental y dijo que las filtraciones de Edward Snowden habían desencadenado lo que calificó como un “bombo publicitario sensacionalista”.