Las noticias de un espionaje más extensivo de la NSA en Brasil se conocen una semana después de que trascendiera que Estados Unidos espió las llamadas telefónicas y correos electrónicos de la Presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y del Presidente mexicano, Enrique Peña Nieto. Las revelaciones desencadenaron un clamor diplomático y amenazaron la realización de un viaje de Rousseff a Estados Unidos que estaba planeado para el mes próximo. En la cumbre del G20 en Rusia, Rousseff dijo que había planteado sus inquietudes directamente al Presidente Obama, y añadió que su visita a Estados Unidos dependía de la respuesta de éste.
La Presidenta Rousseff declaró: “El Presidente Obama reiteró que quería generar las condiciones políticas para mi viaje a Estados Unidos y que sabía que esto dependía de la adopción de medidas que contemplen lo que el gobierno brasileño requiere. Me reiteró eso claramente. Por lo tanto, mi viaje a Estados Unidos depende de las condiciones políticas”.
Hasta ahora, Brasil ha rechazado los intentos del gobierno de Estados Unidos de explicar el espionaje. El Ministro de Comunicaciones brasileño, Paulo Bernardo, manifestó: “Se ha comprobado que todas las explicaciones que nos han dado desde el principio son falsas”. En una entrevista concedida a un periódico hindú, el ex Presidente Luiz Inácio Lula da Silva criticó el programa de espionaje de la NSA y dijo que el Presidente Obama debería “disculparse personalmente con el mundo”.