Esta semana se discutió en el Capitolio el uso de la reclusión en aislamiento en las prisiones estadounidenses. Testigos que participaron de una sesión —y que fueron dirigidos por el senador demócrata de Illinois, Dick Durbin— describieron la manera en que la reclusión en aislamiento devasta a las familias, permite a los guardias aislar a reclusos a quienes agredieron sexualmente y lleva a los presos a la desesperanza. Durbin expresó que más de la mitad de los suicidios cometidos en las prisiones se llevan a cabo en aislamiento. Entre los oradores se encontraba Damon Thibodeaux, un ex prisionero sentenciado a muerte de Louisiana que pasó quince años recluido en aislamiento durante 23 horas por día previo a ser absuelto, en el año 2012.
Thibodeaux expresó: “No justifico lo que han hecho quienes han matado o cometido otros delitos graves, pero tampoco justifico lo que les hacemos a ellos al ponerlos en reclusión en aislamiento durante años y proporcionarles un trato infrahumano. Somos mejores que eso. Como sociedad civilizada, deberíamos ser mejores que eso. Me gustaría pensar que la inmensa mayoría de la población de Estados Unidos se sentiría devastada si supiera lo que hacemos a los reclusos en aislamiento y comprenderían que los estamos torturando por motivos que no tienen nada que ver con proteger de ellos a otros reclusos o guardias de la prisión”.
La semana pasada, el estado de Nueva York acordó llevar a cabo una reforma de su utilización de la reclusión en aislamiento como medida disciplinaria para menores de dieciocho años de edad.
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