Nomi Prins habla de la historia secreta de connivencia entre Washington y Wall Street

Reportaje08 de abril de 2014

Mientras los índices de desigualdad en EE.UU. alcanzan un pico máximo desde el año 1928 y los bonos de Wall Street llegan a los niveles previos a 2008, analizamos los cien años de historia de connivencia secreta entre Washington y la industria financiera. En su nuevo libro “All the Presidents’ Bankers: The Hidden Alliances That Drive American Power” (Todos los banqueros del presidente: las alianzas secretas que impulsan el poder estadounidense), la periodista financiera Nomi Prins explora cómo un número pequeño de banqueros han desempeñado un papel crítico en dar forma a políticas financiera, de interior y exterior en EE.UU. durante un siglo. Prins examina cómo estas relaciones influyeron acontecimientos, tales como la creación de la Reserva Federal, la respuesta frente a la Gran Depresión y la fundación de Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Actualmente miembro de la organización Demos, Prins fue directora de Bear Stearns y Goldman Sachs y anteriormente, analista de Lehman Brothers y Chase Manhattan Bank.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

AARON MATÉ: Bueno, si miras el balance general, los últimos cuatro años han sido un período de crecimiento económico en Estados Unidos. Las ganancias empresariales y los precios de las acciones se han recuperado casi totalmente y, en muchos casos, han superado los niveles que tenían antes de la crisis financiera. En Wall Street, las cifras de las bonificaciones no habían estado tan altas desde antes del colapso del año 2008. Solamente el año pasado, el desembolso de dinero aumentó un 15%, llegando a 26,7 mil millones. Ese dinero sería suficiente para aumentar al doble el salario de todos los trabajadores del país que cobran el mínimo. Lo que sucede es que, para la mayoría de los estadounidenses, la recuperación no ha sido algo tangible. La desigualdad social está ahora en su punto más alto desde 1928, y para los sectores con más bajos ingresos, los salarios están estancados.

AMY GOODMAN: Bueno, pasamos ahora a otra historia que explica cómo hemos llegado a esta disparidad social. En su nuevo libro, ““All the Presidents’ Bankers: The Hidden Alliances That Drive American Power” (Todos los banqueros del presidente: las alianzas secretas que impulsan el poder estadounidense), la periodista financiera Nomi Prins recorre los cien años de confabulación entre Washington y Wall Street. Prins revela el rol fundamental que ha tenido un pequeño grupo de banqueros en la definición de la política financiera de Estados Unidos durante un siglo, dentro del país y en el exterior. Estas relaciones han influenciado el desarrollo de diferentes acontecimientos, tales como la creación de la Reserva Federal, las reacciones ante la Gran Depresión y la fundación del FMI y el Banco Mundial. Durante una buena parte del siglo 20, los banqueros y los presidentes dirigieron un sistema financiero relativamente estable. Pero cuando Wall Street se salió más y más del control de Washington, la especulación financiera se disparó, llevando a la crisis financiera de 2008. Y si bien puede ser que ahora la economía esté en vías de recuperación, Nomi Prins termina su libro con una dura advertencia, escribiendo: “O quebramos las alianzas, o ellas nos quebrarán a nosotros.” Nomi Prins fue directora de Bear Stearns y Goldman Sachs y anteriormente, analista de Lehman Brothers y Chase Manhattan Bank. Ahora es miembro de la organización Demos y es la autora de este nuevo libro: “All the Presidents’ Bankers”. Nomi, es genial tenerte con nosotros. Cuéntanos cuál fue tu inspiración para hacer este libro.

NOMI PRINS: Bueno, de hecho, fue aquí en el programa hace unos años. Yo estaba hablando de una novela que había escrito, una novela histórica sobre la crisis de 1929 llamada Martes Negro. Y en particular sobre un fragmento del libro que contaba cómo seis banqueros se habían juntado, a pedido del presidente del banco Morgan, que en ese momento era Thomas Lamont; y que tenían tanto miedo de perder todo el dinero y toda su reputación, y lo que eran sus instituciones en ese momento, que se juntaron y decidieron hacer un fondo con su propio dinero para salvar los mercados. Algo muy diferente de lo que sucedió hace poco, que fue que la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro y todos los otros organismos del gobierno decidieron trabajar con ellos para salvarse a sí mismos. Pero el impulso para el libro vino realmente de esos seis grandes banqueros. Todavía tenemos seis grandes banqueros hoy en día. Y yo estudié cómo ha sido la relación entre ellos y todos los presidentes, antes y después de ese momento, para elaborar el análisis presentado en “All the Presidents’ Bankers”.

AMY GOODMAN: Hablanos de eso. Cuéntanos quiénes eran y a qué empresas que representaban, volviendo hacia atrás.

NOMI PRINS: Sí, bueno. En 1929, los hombres que estaban en esa reunión en el Morgan eran: Tom Lamont, que era, como he mencionado, el presidente del Morgan; Charles Mitchell, que era el presidente del National City Bank, que ahora se ha convertido en Citigroup; Al Wiggin, que era el director del banco Chase, que ahora es parte del grupo JP Morgan Chase; y algunos otros banqueros. Y, básicamente, ellos han mutado y se han mantenido entre los seis bancos que tenemos hoy en día. Los que no estaban en ese momento eran Goldman Sachs y Bank of America, pero luego entraron por otros caminos y relaciones personales con banqueros, durante la presidencia de Roosvelt y a partir de entonces. Y lo que yo hice fue ir hacia atrás desde la crisis de 1929, y me di cuenta de que JP Morgan, que es probablemente —bueno, ni siquiera probablemente— es sin duda el banquero más poderoso que haya conocido este país y el actor político y financiero más poderoso; y él murió hace cien años, pero su legado, su familia y lo que él creó, la constelación de relaciones entre él y y Teddy Roosevelt, en ese momento, en 1907, y más recientemente, a través de la relación de Jamie Dimon con Obama, ha sido un aparato muy potente de conexión entre política y finanzas, donde según mi parecer, no hay ninguna línea divisoria.

AARON MATÉ: Bueno, pensando en esa inexistente línea divisoria, ¿podrías hablar de la creación de la Reserva Federal?

NOMI PRINS: Bueno, resulta que hubo este pánico financiero en 1907. Teddy Roosevelt, a quien se conoce históricamente como el gran destructor de trusts, no actuó contra los bancos; atacó a muchas otras empresas, a una gran cantidad de industrias, pero no a los bancos. Y eso fue porque él realmente creía- y lo dice en documentos y relatos con los que yo trabajé —él realmente creía que JP Morgan, el hombre, y su banco, y sus amigos, podían salvar a Nueva York y al país de una catástrofe mayor, después del pánico de 1907. Y JP Morgan se reunió con un grupo de personas en el Hotel Manhattan, a la medianoche, sin la presencia del presidente y sin la presencia del secretario del tesoro, a quienes luego les dijeron lo que iban a hacer. Y lo que iban a hacer era salvar a sus amigos. Y eso hicieron, poniendo de su propio dinero y con un poco del dinero del Tesoro, salvaron a sus amigos, salvaron a la Trust Company of America, porque tenían intereses en eso. Como realmente no querían volver a tener un susto de ese tipo, continuaron presionando con la idea de un banco central, que resultó en la creación del Sistema de Reserva Federal. Tuvieron la ayuda de un senador, Nelson Aldrich, que en ese momento era director del Comité de Finanzas del Senado. Fue uno o dos años después, con Taft como presidente, en 1910. Nelson Aldrich llevó un grupo de banqueros a la Isla de Jeckyll. Esa reunión casi no se hace. Él chocó con un tranvía en la avenida Madison y quedaron convalecientes, él y su hijo, Winthrop Aldrich, que más adelante se convertiría en el director del Chase. Pero sí se hizo; se fue con un grupo de representantes del banco JP Morgan a la Isla de Jeckyll por 10 días; y JP Morgan no estaba allí, lo que demuestra poder: él no fue, sino que envío a sus subordinados. Allí fueron de cacería, cazaron faisanes. Hicieron diferentes actividades. Y volvieron con el impulso de crear el Sistema de Reserva Federal. En el camino de vuelta, en el tren de regreso a Washington, le tocaba a Nelson Aldrich presentar este plan. Todavía estaba convaleciente. Dos de los banqueros que habían estado en la reunión fueron a su casa en Washington para armar el proyecto. Ahora bien, no fue aprobado durante el gobierno de Taft; finalmente fue aprobado con un presidente demócrata, Woodrow Wilson. Pero muchas de esas mismas personas también eran amigas de Woodrow Wilson cuando llegó a la presidencia, y de hecho contribuyeron a su campaña y recaudaron dinero para su gobierno. Y fue -una cosa más— la Ley de la Reserva Federal fue aprobada finalmente a fin del año 1913, con el gobierno de Wilson.

AMY GOODMAN: ¿Cuáles fueron las amistades íntimas más famosas —o no tanto, pero que tú has revelado— entre grandes banqueros y presidentes?

NOMI PRINS: Bien, una de ellas involucra a Tom Lamont, a quien mencioné antes como figura importante en 1929. Pero él comenzó su vida profesional ascendiendo en la cadena de mando de Morgan, después del pánico de 1907, con algo que fue conocido como las audiencias de Pujo, que se realizaron en 1912, investigando la responsabilidad de los banqueros en el pánico de 1907. En ese momento, él era un joven abogado. Había ido a Harvard con Franklin D. Roosevelt. Y luego, ya siendo un adulto joven, también vivió en la casa de Franklin D. Roosevelt, en la calle 65, se la alquiló durante varios años cuando Roosevelt era secretario de marina del gobierno de Woodrow Wilson. Ahí eligieron a Tom Lamont para acompañar a Wilson a Francia durante seis semanas. Ese viaje de Wilson a Francia fue el período más largo que pasó un presidente estadounidense fuera del país. Y fue la primera vez que un presidente de EE.UU. salía del territorio estadounidense. Y el banquero que estuvo a su lado fue Tom Lamont. Era republicano. Traspasó las fronteras partidarias y volvió dispuesto a luchar junto a Woodrow Wilson por la Sociedad de Naciones, que buscaba preservar la paz después de la Primera Guerra Mundial, que luego fracasó. Pero Tom Lamont y Woodrow Wilson desarrollaron una relación estrecha. Y sus cartas son increíbles. Están, bueno, llenas de gratitud y amor, y cosas como: “gracias por estar a mi lado”, y “no podría haberlo hecho sin ti “, porque cuando Woodrow Wilson tuvo un derrame cerebral y se le hizo difícil salir a recorrer el país, después de de la guerra, y promover la Sociedad de Naciones —que el Senado rechazaba, y finalmente no aprobó— ahí Tom Lamont tomó el tema y lo difundió en los periódicos de su propiedad, como el “Saturday Review”, y también, bueno, intentó ejercer influencia tras bambalinas con los senadores que conocía, y realmente intentó impulsar el tema. Y realmente ellos trabajaron estrechamente juntos y tenían esta amistad íntima. Pero bueno, finalmente, Woodrow Wilson terminó muriendo por las complicaciones de su derrame.

AARON MATÉ: Mirando lo que fue la Gran Depresión, se entiende que Wall Street fuera en muchos aspectos hostil al New Deal, pero ¿cómo fue la relación de Wall Street con Roosevelt, y por qué?

NOMI PRINS: Bueno, uno de los hombres que mencioné antes, Winthrop Aldrich, que era el hijo del fundador de la Reserva Federal —de uno de sus fundadores— el Senador Nelson Aldrich, también era amigo de los Roosevelt. Era amigo de Franklin D. Roosevelt. Y, desde una perspectiva empresarial, tenía claro que quería superar a los Morgans. Así que su planteo fue, bueno, el Chase ha hecho algunos negocios, algunas especulaciones que salieron kilométricamente mal en la crisis de 1929; y él creía que para lograr la estabilidad económica y para que su banco creciera, el podía matar dos pájaros de un tiro: trabajar en favor del interés público y de los intereses de su banco a la vez. Para eso trabajó con Roosevelt para promover la ley Glass-Steagall, que establecía una separación entre las actividades especulativas y el dinero depositado por los ahorristas en los bancos, incluyendo el Chase. Y de hecho, Carter Glass, cuyo nombre figura en esta ley, quería que ésta fuera un poco más suave de lo que proponía Winthrop Aldrich, haciendo incidencia en Washington en alianza con Roosevelt. O sea que era un tiempo muy, muy diferente. Es difícil imaginar hoy a Jamie Dimon presionando al presidente Obama para establecer una separación en su banco que disminuya el riesgo para los ahorristas y los contribuyentes. Es simplemente inimaginable.

AMY GOODMAN: Bueno, ¿cómo es esa relación en la actualidad? Tu has dicho que las relaciones entre banqueros y presidentes, quienes detentan el poder, es más peligrosa hoy. Y tal vez se puede tomar como ejemplo al JPMorgan Chase, las relaciones de Jamie Dimon. O sea, es difícil olvidar su presentación ante el comité del senado, con tantos cuestionamientos hacia él, incluso existiendo la posibilidad de que fuera procesado penalmente, y se arrodillaron ante él. Y aunque los canales corporativos de televisión no mostraron eso, mirando a los senadores, a cada uno de ellos, se podía casi escuchar el clinc caja, o sea, cuántos millones recibieron, de parte de este hombre y su banco, estos senadores republicanos y demócratas.

NOMI PRINS: Bueno, sí, yo recuerdo haberme quedado despierta hasta las 4:30 de la mañana o por ahí, toda la noche hablando de Jamie Dimon y sus mentiras descaradas frente al comité y después, pasar a otra cosa y decir: “Bueno, ¿puedes darnos consejos sobre la economía?” Fue un poco ridículo. Esto fue después de los negocios con la denominada “ballena de Londres”, que le habían hecho perder miles de millones de dólares, dinero que debería haber estado, como mínimo, separado de las actividades especulativas. De modo que la relación es mucho más peligrosa hoy, también porque en la actualidad, esos seis grandes bancos —que, recordemos, son los mismos seis grandes bancos de 1929 con pequeñas variaciones— hoy poseen el 85% de los depósitos, tomando todos los bancos comerciales; poseen el 84% de los activos y controlan el 96% de todos los derivados que las instituciones financieras respaldadas por el gobierno utilizan hoy en día y el 45% de los derivados financieros del mundo. Seis bancos controlan tanto capital y tienen tanto poder incluso sobre las leyes que regulan ese capital. Y el gobierno —esto comenzó con Reagan, continuó con Bush, continuó con Clinton, y está presente con Obama, no es algo nuevo— y la actitud de los sucesivos gobiernos ha sido permitir que esto suceda, permitir la concentración de capital, de poder, y no hacer nada frente a la crisis financiera de 2008, que según mi parecer no se ha superado, sino que sólo ha cambiado de forma; porque todavía existe el riesgo y porque que los números dan peor de lo que daban antes de la crisis de 2008.

AMY GOODMAN: Háblanos de JFK y su relación con los banqueros.

NOMI PRINS: El caso JFK es interesante. Por supuesto, él no fue presidente por mucho tiempo.

AMY GOODMAN: Tú dices que él podría haber sido presidente de un banco.

NOMI PRINS: Una de las cosas que analizo en el libro es algo así como el linaje y el estatus social de muchos de los banqueros y presidentes, así como las conexiones entre ellos. En el caso de JFK, por ejemplo, en 1938 estaba en Londres; su padre, Joe Kennedy, fue el primer director de la SEC (Comisión de Valores de Estados Unidos), nombrado durante la presidencia de Franklin D.Roosevelt, porque eran amigos, porque él había colaborado en su campaña. Y JFK conoció a David Rockefeller en Londres en esta fiesta de presentación en sociedad de su hermana Kathleen. Y David Rockefeller incluso salió algún tiempo con su hermana Kathleen. O sea que había muchos lazos sociales, también. Pero la otra cara de JFK es que sus relaciones personales, a pesar de su extracción social, eran un poco más rígidas o forzadas. Él se comportaba más como queriendo hacer las cosas a su modo. Por lo tanto, a pesar de —y porque— tenía esta relación de larga data con David Rockefeller, ellos comenzaron a distanciarse fuertemente. Rockefeller empezó a decir cosas despectivas hacia él en público, particularmente en un interesante artículo de la revista Life que salió en 1962, que iban en contra de lo que JFK estaba tratando de hacer. Por ejemplo, JFK estaba tratando de permitir a los países de América Latina ser más independientes, que no se les siguiera imponiendo el pago de la deuda externa privada, que era algo que Rockefeller y los otros banqueros querían hacer en ese momento, como una nueva fuente de dinero. Y esa actitud de JFK molestaba particularmente a Rockefeller, ya que estaba tratando de expandir su banco en esas áreas. Así que por un lado, tenían una conexión social muy fuerte, y por el otro, JFK realmente intentó trabajar para que los países extranjeros fueran un poco más independientes, económicamente, de Estados Unidos. Y ese era un punto donde los intereses se bifurcaban. Rockefeller y Walter Wriston, que dirigía el National City Bank en ese momento, estaban decididos a caerles encima con la deuda e impulsar privatizaciones, y muchas otras cosas que han empeorado desde entonces.

AARON MATÉ: Entonces, ¿qué sucede a partir de la década de 1970? Durante la mayor parte del siglo 20, los bancos y el gobierno trabajaron conjuntamente. A partir de los años 70, sin embargo, como que Wall Street empezó a actuar por su cuenta. ¿Cómo se explica este cambio, y cómo se puede arreglar?

NOMI PRINS: Sí, es así, eso comenzó cuando se dieron cuenta de que podían tener su propia política exterior, separada de la política del gobierno estadounidense, a través de la expansión de los bancos hacia el exterior. Y luego, Lyndon B. Johnson trató de frenarlo un poco, hablándoles a algunos de los amigos que tenía, diciéndoles: “Bueno, muchachos, entiendo que quieran hacer las cosas por su cuenta, pero tengo estas políticas para construir una Gran Sociedad y necesito que me apoyen.” Así que ahí hubo todavía un pequeño, toma y daca allí. Los años 70 llegaron con Nixon, que tenía menos relaciones personales y además terminó sacando al país del patrón oro. Y fue la presión de los banqueros lo que lo llevó a eso. Porque a esa altura, ellos tenían dos intereses: veían que había petróleo en Medio Oriente y que podían forjar relaciones allí y abrir sucursales en Medio Oriente y esos petrodólares, reciclarlos en América Latina y otros países; eso fue algo muy grande al principio de los años 70. Así que empezaron a operar a un nivel más internacional y con mayor independencia de sus conexiones con el presidente. Y entonces descubrieron todo ese dinero y llenaron de deudas al Tercer Mundo, y eso resultó en una gran crisis de la deuda latinoamericana en 1980. Y ese fue el primer gran rescate financiero que se realizó. Se había hecho un pequeño rescate financiero en los 70, con Penn Central, que era un grupo de empresas ferroviarias. Pero en los años 80, durante los gobiernos de Reagan y Bush, surgió la idea de rescatar a los bancos, que habían canalizado todo ese dinero en préstamos a América Latina. Fue una decisión épica. Y los banqueros no devolvieron nada al gobierno. Fue como decir: “Vamos a utilizar su dinero para rescatarnos financieramente.” Y estuvieron en Washington, hablando de lo catastrófico que sería para Estados Unidos si no se hacía de esa manera. Básicamente, hicieron que el gobierno empujara al Banco Mundial y al FMI a trabajar en las zonas donde ellos tenían el mayor riesgo y el mayor interés en recuperar el dinero. Y luego, en los años 90, eso se terminó juntando con la crisis del peso mexicano, donde Clinton también trabajó con Robert Rubin para salvar los intereses mexicanos de Goldman y otros bancos de Estados Unidos. Y luego, en 1999 se derogó la ley Glass-Steagall. Y a partir de allí, toda esta idea de la consolidación del riesgo y el poder fue creciendo de forma exponencial.

AMY GOODMAN: Nomi Prins, también hablas de Goldman Sachs y cuentas que no siempre fue tan poderoso como lo es hoy.

NOMI PRINS: Sí, Goldman Sachs casi desaparece en 1928. O sea, básicamente entre 1928 y 1929 tuvieron una sociedad comercial, “sociedad” en la que los inversores pusieron su dinero y las acciones de ese trust subieron más o menos a 320 dólares y luego, casi enseguida, bajaron a 1 dólar. Y había un montón de inversores enojados en las calles y todas esas cosas. Pero un hombre llamado Sidney Weinberg, que era el presidente de Goldman en ese momento, que en realidad se había integrado a Goldman en el pánico de 1907 en un puesto de muy baja jerarquía, vió que si podía hacerse tan amigo de F.D. Roosevelt como para ayudarlo a dirigir su campaña en 1932, entonces tendría un acceso privilegiado. Entonces, la legitimidad de Goldman ante F.D. Roosevelt permitió también que éste creara el primer Consejo Empresarial, por el que Sidney Weinberg hizo presión en Washington, para forjar relaciones entre el sector empresarial-financiero y Washington, entre otras cosas. Sidney Weinberg también estuvo detrás de la desición de Lyndon B. Johnson, de nombrar como secretario del Tesoro a Henry Fowler, que después de ser secretario del Tesoro se integró a Goldman Sachs. Y claro, tuvimos a Henry Paulson, que fue al revés; Bush lo eligió para como secretario del Tesoro, George W. Bush. Y luego, bueno, Clinton eligió a Robert Rubin, proveniente de Goldman Sachs, como secretario del Tesoro de su gobierno. Pero esas relaciones empezaron con Sidney Weinberg y Franklin D. Roosevelt.

AMY GOODMAN: Vamos a hacer un corte y luego seguimos conversando. Hablaremos con el representante de Vermont, Peter Welch, que quiere dar a conocer los presupuestos de las 16 agencias de inteligencia. Antes, cuando regresemos, Nomi Prins nos contará su historia favorita del libro. El nuevo libro de Prins se llama: “All the Presidents’ Bankers: The Hidden Alliances That Drive American Power” (Todos los banqueros del presidente: las alianzas secretas que impulsan el poder estadounidense). Quédense con nosotros.

[Pausa]

AMY GOODMAN: Seguimos con Nomi Prins, autora de “All the Presidents Bankers” (Todos los banqueros de los presidentes). Fue directora de Bear Stearns y Goldman Sachs y, anteriormente, analista para Lehman Brothers y otros lugares. Queremos pasar ahora un video del presidente Obama en el programa 60 Minutes, en 2009. Allí, arremete contra lo que él llama los “banqueros ricachones” de Wall Street.

PRESIDENT BARACK OBAMA: No me postulé a la presidencia para dar ayuda a un grupo de, digamos, “banqueros ricachones” de Wall Street. Los únicos que van a pagar estos abultados bonos son quienes ya han devuelto el dinero del TARP y no están utilizando préstamos con dinero de los contribuyentes.

STEVE KROFT: ¿Cree que esta es la razón por la que devolvieron el dinero tan pronto?

PRESIDENT BARACK OBAMA: Creo que, en algunos casos, esa ha sido la motivación, lo que para mí indica que la gente de Wall Street todavía no entiende. No entienden cómo son las cosas. Todavía están desconcertados, preguntándose: ¿Por qué la gente está enojada con los bancos? Bueno, veamos: bueno, ustedes están tomando bonos por 10 o 20 millones de dólares, después de haber pasado el peor año en décadas para la economía de Estados Unidos, y ustedes fueron quienes causaron el problema; y además ​​tenemos un 10% de desempleo, ¿no creen que la gente estará un poco molesta por eso?

AARON MATÉ: Veíamos al presidente Obama hablando en TV en el año 2009. Me pregunto si habrá habido alguna ruptura en esa relación simbiótica entre Wall Street y Washington de la que das cuenta en tu libro. Indudablemente, para el segundo mandato de Obama, cuando compitió con Romney por la presidencia, las donaciones de Wall Street a la campaña de Obama fueron menores. Bajaron algo así como que de 16 millones de dólares se fueron a 6 millones. Entonces, ¿ves algún cambio en este patrón de vínculos simbióticos que registras en el libro?

NOMI PRINS: Bueno, en primer lugar, diría que para Wall Street fue primordial lograr que fuera elegido. Y creo que a Wall Street en realidad no le importa quién es la persona que ocupa el cargo, así que en algún momento durante la campaña pensaron que Romney tenía mayores posibilidades de ganar. No fue necesariamente un rechazo a Obama. Creo que simplemente estaban haciendo su jugada, y resultó que perdieron, cosa que en general no ha sucedido, en la mayor parte de las elecciones. Quien recibe el apoyo de Wall Street suele ser quien gana. Pero a veces ese apoyo tiende a estar un poco dividido. Pero en ese video, y en muchas de las cosas que ha dicho Obama, bueno, lo que se dice públicamente y lo que realmente sucede dentro de su oficina privada, con respecto a la relación con los banqueros, se manifiesta en las reformas. Se manifiesta en las estructuras. Se manifiesta en los lobistas y abogados compinches que siguen canalizando dinero, y en el resquebrajamiento incluso de normas que, aunque sean muy suaves, existen. Y Obama ha permitido que eso suceda. Él nunca ha nombrado a ningún banquero específico. Habla de los “ricachones” de Wall Street como hablando de una gran categoría amplia. No ha dicho nombres. No ha dicho lo que Wall Street tiene que hacer. Es sólo una retórica vacía.

AMY GOODMAN: ¿Crees que hoy llegaría a decir lo que dijo en 2009 respecto a los banqueros ricachones?

NOMI PRINS: No. ¿Sabes por qué? Porque él cree, o él dice que cree —no voy a decir “él cree”, porque no sabría si realmente es así— que la ley Dodd-Frank, de 2010, significó una reforma de gran envergadura, qué él considera que está vinculada a la reforma de Roosevelt cuando sacó la Ley Glass-Steagall, implementó el New Deal y creó la SEC y todas esas cosas. Y simplemente no lo fue. Como he mencionado antes, los bancos han crecido. La concentración de nuestros depósitos y activos en sus manos es mayor, lo mismo que los riesgos. Esa ley que dicen que es de “reforma” no resolvió nada. Entonces, él no diría, no es necesario para él decir eso ahora. Lo dijo al principio de su período para consolidar su base de apoyo, para ser elegido, o lo que fuera. Pero muchos presidentes desde Wilson en adelante —y de hecho, los demócratas lo hacen un poco más que los republicanos, creo que sienten la responsabilidad de hacerlo— siempre arremeten contra los banqueros en sus discursos de campaña. Y luego, cuando se trata de ir a los hechos la mayoría termina ayudándolos mucho y entrando en esa simbiosis con ellos al asumir el cargo. Por lo tanto, hay una tendencia a decir a la población ciertas cosas, que luego, al analizar lo que realmente ocurre, se ve que es algo totalmente diferente, ya que la conexión sigue existiendo.

AMY GOODMAN: Bueno, Nomi Prins, queremos darte las gracias por estar con nosotros. Su libro se llama “All the Presidents’ Bankers: The Hidden Alliances That Drive American Power” (Todos los banqueros de los presidentes: las alianzas secretas que impulsan el poder estadounidense). Se puede leer un extracto del libro en inglés en nuestro sitio web en democracynow.org. Esto es Democracy Now!, en democracynow.org. El informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman, y éste es Aaron Maté.

Traducido por Karolina Caicedo Flórez y Moritz Binzer. Editado por Verónica Gelman y Democracy Now! en Español.

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