Georgia y Missouri llevaron a cabo las primeras ejecuciones desde la fallida ejecución de un recluso condenado a muerte de Oklahoma, hace dos meses. Marcus Wellons, condenado por asesinato, fue ejecutado el martes por la noche en Georgia mediante inyección letal. La Corte Suprema rechazó una solicitud de aplazamiento de último minuto presentada por los abogados de Wellons, quienes alegaron que el secreto que rodea la fuente de los fármacos podría provocarle sufrimiento indebido. Afuera de la prisión, un pequeño grupo de manifestantes llevó a cabo una marcha contra la pena de muerte.
El obispo Bob Wright, de la Diócesis de Atlanta, expresó: “Es un día triste para Georgia. Estamos manteniendo una práctica de barbarie. No se trata de la culpabilidad. Sabemos que el Sr. Wellons es culpable. Se trata de la dignidad de la vida humana”.
Poco después, Missouri ejecutó a John Winfield, también condenado por asesinato. Winfield había obtenido un aplazamiento tras acusaciones de que funcionarios estatales amenazaron a un miembro del personal de la prisión que era partidario de otorgarle clemencia. Sin embargo, un tribunal federal de apelaciones dejó sin efecto el aplazamiento el martes. Otra ejecución está prevista para el día de hoy en Florida.
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