Un reciente informe de Human Rights Watch establece que agentes federales o sus informantes han tenido participación en prácticamente todos los principales casos de terrorismo que han tenido lugar desde los atentados del 11 de septiembre de 2001. La subdirectora en Washington del grupo, Andrea Prasow, describió cómo las personas estadounidenses de origen musulmán son blanco de ataque en operaciones encubiertas.
Prasow expresó: “Si los organismos policiales tienen alguna razón para sospechar que alguien tiene propensión a la violencia, ha expresado interés en participar de hechos de violencia u otras actividades delictivas, por supuesto que deben investigar, y deberían utilizar todos los recursos legales que estén a su disposición. Pero en algunos casos, hicieron más que eso. Esperaban que la gente fuera terrorista y hacían todo lo que podían para convertirlos en terroristas”.