El capitalismo contra el clima: Naomi Klein habla de los cambios necesarios para abordar la crisis ambiental

Reportaje18 de septiembre de 2014

Mientras la ONU se prepara celebrar la cumbre mundial de un día sobre cambio climático, conversamos aquí con la galardonada autora Naomi Klein sobre su nuevo libro: “This Changes Everything: Capitalism vs. the Climate” (Esto cambia todo: el capitalismo contra el clima). En el libro, Klein sostiene que actualmente existe una guerra entre nuestro sistema económico neoliberal y nuestro sistema planetario. Con las emisiones globales de dióxido de carbono en un máximo histórico, Klein plantea la necesidad hacer cambios radicales. “No se han hecho las cosas necesarias para reducir las emisiones, porque son cosas que están en conflicto con los fundamentos del capitalismo desregulado, la ideología reinante desde que comenzamos a luchar para encontrar una salida a esta crisis”, escribe Klein. “Estamos en un atasco, porque las acciones que nos pondrían en la mejor situación posible para evitar la catástrofe–y que beneficiarían a la gran mayoría de la gente- son extremadamente amenazantes para una élite minoritaria que mantiene un control absoluto sobre nuestra economía, sobre nuestros procesos políticos y sobre la mayor parte de los grandes medios de comunicación”.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

JUAN GONZÁLEZ: Científicos de la NASA han confirmado que el mes pasado fue el agosto más caluroso que se haya registrado a nivel mundial. En gran parte del mundo, incluyendo Europa central, el norte de África, algunas partes de América del Sur y la región occidental de América del Norte, se han vivido temperaturas muy superiores a las normales. De acuerdo con el Centro Nacional de Información Climática, incluyendo agosto, ya van 354 meses consecutivos en los que se registra una temperatura media a nivel global mayor al promedio del siglo XX. La publicación de esta información llega al mismo tiempo que las inundaciones en India y Pakistán, que han causado la muerte de más de 400 personas y el desplazamiento de casi un millón. La inundación en Cachemira fue la peor que haya vivido la región en medio siglo. En Centroamérica se ha experimentado una grave sequía que ha dejado a casi tres millones de personas con carencias alimentarias. Y en California se está sufriendo la peor sequía en más de un siglo. Mientras tanto, un nuevo informe del Consejo Noruego para Refugiados concluye que las condiciones climáticas extremas generaron el desplazamiento de más de 22 millones de personas el año pasado, lo que supera tres veces el número de personas desplazadas por la guerra. Sólo en las Filipinas, más de cuatro millones de personas tuvieron que dejar sus hogares a causa del tifón Haiyan.

AMY GOODMAN: El martes, dirigentes políticos de todo el mundo se reunirán en Nueva York para la cumbre sobre cambio climático convocada por el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon. Grupos de activistas contra el cambio climático han organizado una serie de eventos para los días previos a la cumbre de la ONU. El domingo, se espera la participación de más de 100.000 personas en la Marcha de los Pueblos contra el Cambio Climático, aquí en Nueva York. Además, hay más de 2000 “intervenciones populares contra el cambio climático” planificadas a nivel internacional, en los que participarán personas de 150 países. Y el lunes, activistas contra el cambio climático están convocando para una concentración masiva en el distrito financiero de Nueva York para una acción llamada “Flood Wall Street” (Inundemos Wall Street) Hoy dedicamos nuestro programa a una entrevista exclusiva con la aclamada periodista y escritora Naomi Klein. Ella acaba de publicar su último libro: “This Changes Everything: Capitalism vs. the Climate” (Esto cambia todo: el capitalismo contra el clima) Se trata de su primer libro después del best-seller “La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre”, en 2007. Antes de eso había escrito “No Logo”. Naomi Klein, bienvenida una vez más a Democracy Now! Felicitaciones por el libro.

NAOMI KLEIN: Gracias.

AMY GOODMAN: ¿Qué es lo que cambia todo?

NAOMI KLEIN: Bueno, el cambio climático lo cambia todo. Y lo cambia todo por las razones que Juan acaba de exponer. Estamos, es algo que ya tenemos encima, y vamos camino a un calentamiento mayor, de entre cuatro y seis grados Celsius. Ya hemos alcanzado un calentamiento de siete u ocho grados Celsius, y esos son los efectos. A partir de este nivel de calentamiento global, todos los esquemas se rompen. O sea, los científicos que estudian el clima no saben qué esperar. Las cosas empiezan a ir de manera no lineal. Entonces, esto lo cambia todo acerca de nuestro mundo físico, si simplemente seguimos haciendo lo que estamos haciendo, si seguimos por este camino. Mi argumento en el libro es que tenemos la oportunidad de salir de ese camino, pero para poder hacerlo, tenemos que cambiar prácticamente todo, o al menos algunas de las cosas fundamentales, de nuestro sistema económico.

La buena noticia es que muchas de las cosas que tenemos que cambiar, son cosas que ya están rotas de todos modos. Tenemos que hacer grandes inversiones en el ámbito público, lo que crearía millones de buenos empleos. Tenemos que invertir en salud, en educación, en las ciencias. Y al hacer eso, estaremos abordando uno de nuestros problemas más intrincados, que es la grave desigualdad en la distribución de la riqueza. No podemos luchar contra el cambio climático sin enfrentar la desigualdad existente en nuestros países y entre nuestros países. Entonces, realmente lo que yo estoy planteando es muy esperanzador. Creo que si respondemos al cambio climático con la firmeza que los científicos nos están diciendo que necesitamos, si respondemos prestando atención a lo que nos está mostrando la ciencia, tenemos la oportunidad de rehacer nuestra economía, la economía mundial, y mejorarla. Pero éste no será el tipo de cambio que viene desde arriba; será el tipo de cambio que se exige desde los movimientos de masas desde abajo.

JUAN GONZÁLEZ: Bueno, Naomi, pero una de las tesis centrales de tu libro es que, hasta el momento, la incapacidad de nuestra sociedad para hacer frente al cambio climático está en la médula del sistema.

NAOMI KLEIN: Sí.

JUAN GONZÁLEZ: Y en una parte dices: “No se han hecho las cosas necesarias para reducir las emisiones, porque son cosas que están en conflicto con los fundamentos del capitalismo desregulado, la ideología reinante desde que comenzamos a luchar para encontrar una salida a esta crisis”

NAOMI KLEIN: Sí.

JUAN GONZÁLEZ: ¿Puedes explicarnos un poco más al respecto?

NAOMI KLEIN: Bueno, el libro parte de la premisa de que las cosas que hemos hecho para tratar de hacer frente a esta crisis, han fracasado. Y ese no es un punto de partida polémico. No puede serlo, si miramos los datos. Los números no mienten. Los gobiernos empezaron a negociar la reducción de emisiones de gases de carbono en 1990. Ahí comenzaron las negociaciones oficiales. Y desde ese momento, las emisiones han aumentado en un 61% a nivel mundial. Por lo tanto, no es sólo que no estamos resolviendo el problema, sino que lo estamos empeorando ampliamente. Y eso lo vemos todos los días en cuestiones concretas. Vemos las contradicciones entre aquellos informes alarmantes, cada vez más alarmantes, procedentes de los científicos, por una parte, y por otra, los dirigentes políticos que incrementan la inversión en los combustibles fósiles más sucios y de mayor riesgo. Estamos fracturando el continente para extraer el gas de esquisto, el alquitrán de las arenas, el carbón de las montañas. Estamos detonando montañas enteras. Estamos extrayendo todo lo que podemos, hasta los niveles más horrendos.

Entonces, ¿cómo hace la gente para vivir con estas contradicciones en sus mentes? O sea, se han formulado muchas teorías acerca de por qué “nosotros”, digamos, no logramos hacer frente al cambio climático. Y a menudo escuchamos teorías que hablan de la naturaleza humana, o sea, que no podemos manejar una crisis que está tan lejos en el tiempo. O se culpa al sistema político, diciendo que los políticos piensan a corto plazo y ésta es una crisis a largo plazo. Yo planteo una teoría diferente. Y esa teoría es, está bien, todas estas otras cosas inciden, pero el mayor problema es que esta crisis se nos vino encima en el peor momento histórico posible. En su testimonio ante el Congreso en 1988, James Hansen dijo que se podía establecer de manera decisiva el vínculo entre las emisiones de carbono y el calentamiento global. En ese momento se perdió toda posibilidad de negación legítima. Los científicos lo sabían de antemano, pero ese fue el momento en el que se convirtió en un tema central en la agenda. Ese año, cuando los editores de la revista Time tuvieron que elegir a su “Hombre del Año” —en aquel entonces todavía lo llamaban “Hombre del Año”— eligieron al planeta Tierra y pusieron la imagen del planeta en la portada. Así de fuerte era la concientización que estaba surgiendo. Así que lo que hago en el libro es preguntar ¿qué más estaba sucediendo en 1988? Bueno, se firmó el tratado de libre comercio entre Canadá y los EEUU, lo que marcó un momento histórico en el avance de la globalización corporativa. Y al año siguiente cayó el Muro de Berlín. Francis Fukuyama declaraba el fin de la historia. Esta es, en muchos sentidos, la historia que cuento en “La doctrina del shock” de cómo la ideología triunfante del fundamentalismo de mercado, como Joseph Stiglitz la llamó, se extendió por el mundo. En ese momento fue cuando declararon victoria, y ya no había otra alternativa, como Margaret Thatcher solía decir.

Por lo tanto, se nos presentó el problema de tener que lidiar con un problema esencialmente colectivo. Que sólo podemos solucionarlo con una verdadera regulación, haciendo que los contaminadores paguen, diciéndoles que no pueden sacar el carbón de la tierra. Y tenemos que unirnos y trabajar de manera colectiva para responder a esta crisis. Tenemos que invertir en el ámbito público. Pero nos cae encima justo en el momento en que todas estas cosas se han vuelto imposibles; que la consigna es recortar el gasto público, no regular nada, y meternos de lleno en una política económica de no intervención. Entonces, mi argumento es que no podemos resolver esta crisis sin un cambio ideológico profundo.

AMY GOODMAN: Vamos a hacer una pausa y volvemos con esta discusión. Naomi Klein estará con nosotros durante todo el programa. Su último libro se titula: “”This Changes Everything: Capitalism vs. the Climate” (Esto cambia todo: el capitalismo contra el clima). Quédense con nosotros. [Pausa]

AMY GOODMAN: Veíamos “La Historia de Negociaciones sobre el Cambio Climático en 83 segundos”. Quienes nos escuchan en la radio, pueden echarle un vistazo en democracynow.org. Esto es Democracy Now! estamos en democracynow.org, El informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman y éste es Juan González.

JUAN GONZÁLEZ: En 2011, Democracy Now! cubrió la conferencia de la ONU sobre cambio climático en Durban y Amy entrevistó a Marc Morano, editor del sitio web Climate Depot, operado por el grupo negacionista del cambio climático Committee for a Constructive Tomorrow Ahí le preguntó sobre el historial del Presidente Obama respecto del cambio climático.

MARC MORANO: Su apodo es “George W. Obama”. El negociador de Obama, Todd Stern, estará aquí hoy. Durante su gobierno, se han mantenido los mismos principios y posturas en las instancias de negociación que sostuvo el Presidente George Bush durante ocho años. Obama ha continuado con el legado de Bush. Así que como escépticos, nos sacamos el sombrero ante el presidente Obama por su ayuda para seguir aplastando y para derrotando el proceso impulsado por Naciones Unidas. Obama ha sido un gran amigo de los grupos escépticos del calentamiento global en estas conferencias. Un problemas que tiene Obama, sabes, desde nuestro punto de vista, es que está entrando en el proceso de regulación de la EPA (Agencia de Protección Ambiental), que es una gran amenaza. Pero en cuanto a sus posturas, el Presidente Obama no podría haber salido mejor, mirando la falta de interés que puso en la ley del congreso sobre cambio climático, y la falta de interés que puso en el Protocolo de Kyoto de la ONU. Así que “buen trabajo, presidente Obama”.

AMY GOODMAN: Ese era Marc Morano de Climate Depot. Naomi Klein, tú hablas sobre él en tu libro. De hecho, hablas sobre varios de estos grupos. Te refieres a ellos en un capítulo llamado “The Right is Right” (La derecha tiene razón).

NAOMI KLEIN: Sí, bueno, para ser clara, ellos no tienen razón en lo que se refiere a la ciencia. Están equivocados con respecto a la ciencia. Pero creo que lo que sí entiende la derecha, y es importante entender, es que el movimiento negacionista del cambio climático en Estados Unidos es completamente un producto de las instituciones dedicadas a la producción de conocimiento, los “think tanks” de la derecha. Grupos como Heritage Fundation, Cato Institute, American Enterprise Institute. El Heartland Institute, que es conocido sobre todo por las conferencias que organiza anualmente, donde se reúnen los escépticos o negadores del cambio climático. Pero es importante saber que el Instituto Heartland es, ante todo y principalmente, una institución que se dedica a producir y difundir el pensamiento de libre mercado. No es una organización científica. Se trata de, al igual que los otros que he mencionado, un grupo que existe para promover la ideología, la ideología que conocemos bien, de la desregulación, la privatización, los recortes en el gasto público, y esta especie de libre mercado triunfalista ¿sabes?, con el respaldo de un enorme financiamiento de parte de las empresas, porque esa es una ideología muy, muy redituable.

Yo entrevisté al director de Heartland Institute, Joe Bast, para este libro y él fue bastante abierto respecto a que en un primer momento no tenía cuestionamientos al conocimiento científico sobre el tema. Dijo que cuando vio lo que decía la ciencia, lo que los científicos estaban diciendo acerca la necesidad de reducir a tal punto las emisiones de carbono, ahí se dio cuenta de que el cambio climático podría, de ser cierto, justificaría una enorme regulación gubernamental, a la que él se opone, políticamente. Así que dijo: “De modo que analizamos la producción científica y encontramos estas fallas”. Entonces la cuestión es que ellos entienden que si lo que dice la ciencia es verdad, todo su proyecto ideológico se desmorona, porque como ya he dicho, no se puede responder a una crisis así de grande, sino se asume que implica la transformación de las bases de nuestra economía; nuestra economía se construyó en base a los combustibles fósiles, y todavía se sostiene sobre los combustibles fósiles. O sea, hay una idea que escuchamos de muchos grupos ambientalistas de orientación liberal, de que podemos hacer un cambio completo sin dolor, simplemente cambiando las bombillas que usamos, o con algún mecanismo suave de mercado, unos impuestos y ya, no hay problema. Y lo que ellos entienden bien, en cambio, es que de hecho se requiere un cambio radical. Ese cambio les resulta aberrante. Lo ven como el fin del mundo. Y no es el fin del mundo, pero es el fin de su mundo. Es el fin de su proyecto ideológico. Así que un cambio así es impensable, desde la perspectiva de gente como Marc Morano y Joe Bast. Entonces, en lugar de permitirse pensarlo, lo que hacen es negar el conocimiento científico sobre el tema. De modo que cuando digo “la derecha tiene razón” me refiero a que entienden más cabalmente las implicaciones políticas de este conocimiento científico, sus significados en cuanto a los cambios que necesitamos hacer en nuestra economía y el lugar que tienen en esto el ámbito de lo público y la acción colectiva. Creo que lo comprenden mejor que algunos de esos grupos ecologistas grandes, moderados y hábiles, que constantemente buscan vender la acción contra el cambio climático como algo que se puede conciliar enteramente con una economía capitalista en auge. Y todo el tiempo escuchamos hablar del desarrollo verde y lo genial que es para los negocios. O sea, sí se puede, va a existir un mercado de energía verde y esas cosas, pero muchas actividades económicas van a tener que contraerse para ajustarse a las exigencias de esa fuerte regulación.

JUAN GONZÁLEZ: ¿Y qué pasa con casos como el de Alemania, donde ha habido una importante intervención estatal, como resultado de las protestas sociales, y actualmente cerca de un 25% de la energía utilizada en Alemania es renovable? ¿Sería un ejemplo de que se puede realizar un cambio sustancial incluso dentro del marco de cierto tipo de capitalismo regulado?

NAOMI KLEIN: Sí. Sí, es interesante. Le dedico una buena parte a Alemania en el libro. Y allí, uno mis argumentos es que si miramos qué países han adoptado medidas fuertes contra el cambio climático, vemos que hay una fuerte correlación con su tradición socialdemócrata; son países que no han adoptado plenamente el capitalismo desregulado y están dispuestos a intervenir en la economía y proteger el ámbito público y sostener la transición ecológica. Eso se ve en los países escandinavos, que siempre han tenido políticas muy ecologistas. No estoy diciendo que sean perfectos. Tenemos a Noruega, que se ha convertido en un petro-estado. Pero también hay algunos ejemplos increíbles, como Dinamarca.

Y luego, con Alemania, bueno, a pesar de prescribir estrictos programas de austeridad neoliberal para países como Grecia y otros, Alemania nunca ha sido un estado completamente neoliberal. Y ese es un legado de la Segunda Guerra Mundial. Tienen una fuerte red de seguridad social. Y sucede que Merkel, bajo presión de, o sea, el movimiento ambientalista de Alemania es probablemente el más fuerte del mundo y, particularmente, un movimiento antinuclear muy fuerte. Y ellos exigieron esta transición. Y con la presión de los partidos opositores de izquierda que trabajan con el gobierno, se llevó a cabo esta increíble transformación del sector energético que nos ha mostrado que si logramos implementar las políticas adecuadas —porque además tienen un programa que promueve la descentralización de la producción de energía renovable a través de incentivos tarifarios— podemos cambiar muy rápidamente. Y sí, el número que has citado es correcto: el 25% de la energía que se usa en Alemania ahora es renovable, en particular eólica y solar, y la producción es en gran parte a pequeña escala y descentralizada. Pero aún así hay una trampa, y aquí es donde se ve el choque de ideologías, incluso en un país como Alemania, que está dispuesto a implementar este tipo de incentivos. En Alemania, las emisiones de carbono han subido, el año pasado, el año anterior. Y eso es bastante impresionante. ¿Cómo puede pasar eso en medio de semejante transición energética? Bueno, han aumentado porque tienen, Merkel no ha tenido la voluntad política de romper el mandato sagrado. No ha tenido la voluntad de decir no a las empresas de combustibles fósiles. De esta manera, el lobby del carbón, que es muy fuerte en Alemania, ha logrado que se le permita continuar con la extracción de carbón de lignito, que es el más contaminanante de los carbones, y exportar la energía producida a partir de su combustión, aunque su demanda está disminuyendo en Alemania.

Por eso es que no se trata sólo de decir que lo que sí queremos, aunque es importante decir que sí queremos esa energía y avanzar en la implementación de los incentivos y políticas adecuadas. Pero también tenemos que decir no a los tipos de energía que no queremos. Y entonces, vemos que Obama ha estado dándole vuelta al tema del oleoducto Keystone XL por tres años. Y simplemente no se atreve a decirle no a este proyecto que tiene tantas cosas en contra y que ni siquiera es necesario para sostener la economía estadounidense. Pero es como que su boca no logra pronunciar simplemente la palabra “no”. Y esto sucede porque tenemos políticos que realmente son un producto de la era de la desregulación.

JUAN GONZÁLEZ: Pero mientras Obama habla sobre el calentamiento global, durante su gobierno —como señalas en tu libro— ha habido una explosión en la producción de petróleo aquí en Estados Unidos y se han extendido enormemente las vías férreas para transportar el petróleo por todo el país.

NAOMI KLEIN: Sí, y con un riesgo tremendo. O sea, este es el punto, no se trata de, a veces se habla de mantener las cosas como están o de no hacer nada. Lo que sucede es peor que eso. Estamos haciendo exactamente lo que no hay que hacer. Estamos subiendo todas las apuestas. En América del Norte hay ahora un frenesí de los combustibles fósiles.

AMY GOODMAN: Vamos a escuchar al Presidente Obama, hablando en Cushing, Oklahoma, en el año 2012, cuando anunció su apoyo a la empresa TransCanada para la construcción del tramo sur de su oleoducto Keystone, que va de Oklahoma a Texas.

PRESIDENTE BARACK OBAMA: Durante los últimos tres años, mi gobierno ha desarrollado políticas orientadas a expandir la exploración de gas y petróleo en millones de hectáreas a través de 23 estados del país. Estamos usando el 75% de nuestro potencial petrolero en alta mar. Hemos cuadruplicado el número de plataformas activas, llegando a un máximo histórico. Hemos construido oleoductos y gaseoductos suficientes para rodear la Tierra y más allá. O sea que estamos haciendo perforaciones por todos lados, en este mismo momento. Ese no es el desafío. Ese no es el problema. De hecho, el problema en un lugar como Cushing es que estamos produciendo tanto petróleo y gas, en estados como Dakota del Norte y Colorado, que no tenemos suficiente capacidad de infraestructura para transportarlo a donde tiene que llegar.

AMY GOODMAN: Ese era el presidente Obama en Oklahoma, en el año 2012, anunciando su apoyo a la empresa TransCanada. Ahora bien, Naomi, eres una periodista y activista canadiense. Te arrestaron por primera vez afuera de la casa del presidente Obama, la Casa Blanca, protestando contra el oleoducto Keystone XL. Háblanos acerca de lo que está diciendo allí el presidente.

NAOMI KLEIN: Bueno, es interesante. Y, sí, fui detenida junto a más de un millar de personas. Hicimos una enorme acción de desobediencia civil. Y entonces, lo que es interesante es que sí necesitamos grandes inversiones de infraestructura, pero estamos invirtiendo en las cosas equivocadas ¿sabes? O sea, si vamos a redoblar la apuesta por el fracking, como lo está promoviendo Obama con sus políticas, estamos construyendo, ellos quieren construir una enorme infraestructura para la exportación de estos productos. Son proyectos de miles de millones de dólares, ¿cierto? Y es dinero que no se está invirtiendo en la infraestructura para producir la energía renovable que necesitamos difundir; eólica y solar. Y sabemos que podemos hacerlo. O sea, tenemos una investigación de la Universidad de Stanford, realizada Mark Jacobson, que dice que tenemos a nuestro alcance llegar a un 100% de energía renovable. Pero bueno, si se redobla la apuesta por los combustibles fósiles, en particular el gas natural, éste comienza a competir con las energías renovables. No es que se puede, digamos, elegir todas las opciones. Los combustibles fósiles se roban el mercado. Y estamos en un momento en el que podemos ver el enorme potencial que tienen estas tecnologías. Y hay como una tentación, de parte de los defensores del libre mercado del país, de decir algo así como: “Bueno, mira, el precio de la energía solar está bajando rápidamente, podemos dejar simplemente que el mercado lo resuelva”. El problema es que las empresas de combustibles fósiles son tan ricas, que no sólo tienen dinero para quemar, tienen dinero para sobornar. Básicamente, han comprado todo el sistema político y tienen la capacidad de frenar la difusión de los otros tipos de energía, de muchas maneras, utilizando grupos como ALEC, imponiendo impuestos sobre la energía renovable.

De modo que van a seguir defendiendo lo suyo a cada paso, precisamente porque la energía renovable descentralizada es realmente un modelo económico diferente al de los combustibles fósiles. Los combustibles fósiles son inherentemente centralizados. Se necesita mucha infraestructura para extraerlos, y se necesita mucha infraestructura para transportarlos, que es lo que Obama estaba explicando frente a toda esa tubería, ¿verdad? En cambio, la energía renovable está en todas partes. O sea, se trata del viento, el sol y las olas, son cosas libres. Entonces casi cualquiera puede convertirse en proveedor de energía. Y así es el sistema alemán de incentivos tarifarios. Te puedes insertar en la red eléctrica como productor de energía para otras personas, así como generar tu propia energía. Entonces, las grandes compañías de combustibles fósiles saben que esto significa que millones de personas se convertirían en sus competidores. Hay gente que habla de que los combustibles fósiles son la energía del 1% —o incluso de un porcentaje menor— mientras que las energías renovables, si se implementan correctamente, de una manera realmente descentralizada, pueden ser la energía del 99%. Y eso es lo emocionante de todo esto. Y es un ejemplo de cómo la resolución de esta crisis puede, podría llevarnos a resolver nuestros dos problemas principales, —o al menos dos de nuestros problemas principales— al mismo tiempo: podríamos evitar el cambio climático catastrófico y al mismo tiempo hacer frente a la desigualdad social. Y por eso Alemania ha tenido tanto éxito, porque al descentralizar la producción, —y éste es un aspecto de la transformación energética del que no se habla mucho— se han creado 900 cooperativas de energía. Cientos de ciudades y pueblos han recuperado el control sobre sus redes de energía, que estaban en manos de operadores privados, desde las privatizaciones de los años 90. De modo que no sólo tienen energía renovable, sino que también se quedan con las ganancias, captan los beneficios y los utilizan para financiar sus servicios, en lugar de dejar que vayan a los bolsillos de los accionistas. Entonces el dinero queda cerca de la gente. Así, es una forma de luchar al mismo tiempo contra las carencias, contra la desigualdad y contra el cambio climático.

Entonces, al abordar seriamente esta problemática hay una especie de triple victoria. También lo podemos ver en el sistema alimentario. O sea, si descentralizáramos nuestro sistema alimentario, tendríamos una alimentación más sana y menos emisiones de carbono. Y, claro, también es bueno para la economía. Solamente que es un tipo diferente de economía. Pero pasa que para la minoría, la vieja economía es tan rentable que todo el tiempo están tratando de bloquear el cambio. Por eso es que no es muy alentador, ciertamente, cuando Ban Ki-moon y la ONU anuncian lo maravilloso que es que vengan a la cumbre de la ONU cientos de directores ejecutivos, de las 500 mayores empresas listadas por la revista Fortune, para solucionarnos el tema del cambio climático. Porque ellos no van a estar interesados en impulsar este otro modelo económico.

JUAN GONZÁLEZ: Quería preguntarte acerca de todo el asunto de las corporaciones que intentan, básicamente, cooptar o controlar del movimiento ambientalista. Tú hablas mucho sobre la contraposición entre las grandes organizaciones ecologistas y el movimiento ambientalista popular, específicamente con relación a la cuestión de las compensaciones y la forma en que algunas de estas grandes organizaciones, como la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre y otras, realmente están contribuyendo a promover la explotación bajo la apariencia de un iluminismo ambiental.

NAOMI KLEIN: Bueno, en los años 70 y 80, en realidad hasta 1980, cuando se sancionó la Ley de responsabilidad, compensación y recuperación Ambiental, el lema era “quien contamina, paga”, ¿cierto? Lo que se decía era: “Bueno, tu eres quien está contaminando. Vas a tener sanciones, y vas a tener que pagar por la limpieza”. Ese era el principio activo de la ley. Y esa fue la idea desde la que se impulsaron muchos de los grandes logros ambientales de los años 60 y 70. Lo que sucedió en los 80 es que hubo un cambio, un cambio ideológico, junto con el cambio ideológico más amplio que se vivía en la sociedad en la era de Reagan y Thatcher. Se cambio de “quien contamina, paga” a “quien contamina, participa”, es decir: “Vamos a sentarnos en la mesa con Wal-Mart, con McDonalds, con Shell, con BP” con la idea de: “llegar todos juntos a una solución. Vamos a convencerlos de que tomar medidas para proteger el ambiente está en línea con su interés fundamental, que es bueno para ganar dinero”. Y bueno, esto fue, lo que yo hago en en el libro es tratar de entender cómo se llegó a esto. Porque fue una muy mala idea.

Se puede señalar, por ejemplo, en el caso de Wal-Mart. Es cierto que Wal-Mart ahorra dinero mediante la introducción de la eficiencia energética y es cierto que Wal-Mart hará casi cualquier cosa para ahorrar dinero. Sabemos que Wal-Mart es así. Pero también sabemos que Wal-Mart va a buscar expandirse lo más rápido que pueda. Entonces, si bien su intensidad energética ha disminuido con la adopción de medidas de eficiencia energética —para lo que ha recibido el apoyo grupos como el Fondo para la Defensa del Medio Ambiente, con quien tiene una sociedad— sus emisiones todavía están por las nubes, por lo rápido que se expande. De modo que el efecto real de su actividad sigue siendo significativamente negativo, pero aún así logran que muchos de estas grandes organizaciones ecologistas lo alaben como un líder en sustentabilidad.

AMY GOODMAN: En tu libro presentas cierta información novedosa, como por ejemplo que la organización conservacionista “The Nature Conservancy” está haciendo perforaciones.

NAOMI KLEIN: Mm-hmm, sí. The Nature Conservancy es el grupo ecologista más grande del mundo. Operan en decenas de países. Y a mí me interesaba por lo que Juan estaba mencionando, el tema de las compensaciones. Porque este es el modelo que se afianzó en la década de 1980, de sociedad con las empresas. a finales de los años 80 y en los años 90, se puso la atención en resolver la crisis climática con la idea de: “¿cómo resolvemos esta crisis de manera que todos ganen?” Y “que todos ganen” significa que sea bueno para el negocio y bueno para el ambiente. Esa era la premisa, ¿verdad? Entonces, para las empresas lo bueno es que les permitan seguir emitiendo carbono y que esas emisiones se compensen en algún otro lugar del mundo. Y a esto se le llama a veces la “teoría de la fruta madura” lo que significa que empezaremos haciendo lo que es más fácil, ¿de acuerdo? El problema con esta teoría es que, básicamente, lo que están diciendo es: es difícil enfrentarse a Shell, es difícil enfrentarse a BP, es difícil enfrentarse a las grandes empresas carboníferas. Y lo fácil es comprar la tierra de pueblos indígenas, que están del otro lado del mundo y no tienen poder político, y prometerles que se van a enriquecer con esto. Así que la política de compensaciones en la industria carbonífera ha ido de escándalo en escándalo, ya que la gente esencialmente sintió que la estaban despojando de su tierra. Cuando se decide que el objetivo de un bosque será generar bonos de compensación de carbono, todo irá de mal en peor, porque entonces esos árboles tienen que ser protegidos y así la gente pierde el acceso a sus tierras. El modelo de compensaciones está lleno de problemas. Pero el mayor de problemas, porque yo sí creo que se pueden implementar medidas progresistas para compensar a mucha de la gente más pobre del mundo por hacer lo que de por sí ya están haciendo, que es cuidar la tierra. Creo que hay una manera de hacer eso. El problema es que eso no debería estar en función de que una empresa carbonífera pueda continuar quemando carbón aquí y generando asma en los niños de las regiones más pobres del país. O sea, el problema es la interacción entre ambas cosas. Es decir, que las compensaciones se usen como fundamento para permitir que las empresas continúen con sus emisiones de carbono.

Entonces, The Nature Conservancy ha sido probablemente la principal promotora del mundo del modelo de compensaciones como solución para el cambio climático. Y yo había concertado una entrevista con su máximo funcionario, que terminó cancelando a último minuto. Pero en el transcurso de la investigación para el libro, encontré un artículo de 2003, del periódico The Washington Post que mencionaba muchas cosas sospechosas que sucedían en torno a The Nature Conservancy y sus transacciones de tierras. Y una de las cosas que había descubierto The Washington Post era que había un terreno en Texas que The Nature Conservancy había adquirido, que en realidad se lo había donado la empresa Mobil, que ahora se llama Mobil, ExxonMobil, para salvar a una de las especies en mayor peligro de extinción del mundo, el pollo de pradera de Attwater. Y que poco después de adquirir ese terreno habían decidido hacer perforaciones ellos mismos en busca de gas. Esto generó un gran escándalo y The Nature Conservancy anunció que no continuarían con eso. Se podría pensar que no sería necesario que un grupo ecologista aclare que no va a hacer perforaciones para extraer gas, en un terreno que supuestamente está destinado a preservar una especie en peligro de extinción.

Pero de hecho, ellos lo reglamentaron entre sus políticas, e incluyeron una letra chica que decía: “no lo haremos a menos que tengamos que respetar un contrato existente”. Entonces, el investigador que trabajó conmigo para el libro, Rajiv Sicora, encontró un documento en Internet, una ponencia presentada en una conferencia petrolera, en una conferencia de ingenieros, bastante reciente, donde alguien de la organización The Nature Conservancy hablaba de un pozo que tenían en Texas, alegando que era un tipo de pozo petrolero operado con la mayor sensibilidad ecológica posible. Y al profundizar en la investigación, se hizo evidente que ellos aún estaban haciendo perforaciones para extraer petróleo, y que de hecho habían abierto un nuevo pozo. Así que, sí, para mí eso fue una de las revelaciones más impactantes del libro, descubrir que el grupo ecologista más grande del mundo está extrayendo, o ha terciarizado la extracción de petróleo y gas en una reserva natural.

AMY GOODMAN: ¿Y las especies protegidas han desaparecido de la zona?

NAOMI KLEIN: Sí, todos los pollos de pradera de Attwater han desaparecido de ese terreno. Pero según The Nature Conservancy, no hay conexión entre sus perforaciones y la desaparición de las aves. Hay un debate sobre esto entre los grupos conservacionistas.

Pero bueno, la sola idea de que un grupo que supuestamente está luchando contra el cambio climático pueda haberse involucrado en la extracción de petróleo y gas; al principio obtenían principalmente gas y ahora lo que más sale del pozo es petróleo. Y la cuestión es que ellos dicen que están atrapados, que el contrato les exige hacer eso. Y bueno, la pregunta que yo hago es, ¿habrán luchado realmente con todas sus fuerzas por salirse de ese contrato? Y sobre todo, ¿qué podemos aprender de esto, en cuanto al acercamiento de algunos sectores del movimiento ambientalista a la industria del petróleo y el gas? Pero ahora realmente están cambiando las cosas, y tenemos toda una nueva ola de activistas ambientalistas que están exigiendo que los holdings de combustibles fósiles dejen de invertir en sus escuelas, sus instituciones religiosas y sus ciudades. Así que hay un nuevo ambientalismo que creo que, en parte, surge en respuesta a estas relaciones íntimas de las grandes organizaciones ecologistas con las empresas contaminadoras.

AMY GOODMAN: Cuando regresemos, hablaremos de lo que estará sucediendo el martes en la ONU y luego de lo que estará pasando este fin de semana en las calles, con lo que se espera que sea la marcha contra el cambio climático más grande de la historia. Nos acompaña la periodista y activista Naomi Klein. Su nuevo libro salió esta semana y se llama: “This Changes Everything: Capitalism vs. the Climate” (Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima). Quédense con nosotros.

Traducido por María Constanza Sánchez Chiappe, editado por Igor Moreno.

The original content of this program is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 United States License. Please attribute legal copies of this work to democracynow.org. Some of the work(s) that this program incorporates, however, may be separately licensed. For further information or additional permissions, contact us.

Las noticias no comerciales necesitan de su apoyo

Dependemos de las contribuciones de nuestros espectadores y oyentes para realizar nuestro trabajo.
Por favor, haga su contribución hoy.
Realice una donación
Inicio