Un padre de familia indocumentado se asila en una iglesia de Denver para evitar que lo deporten a México

Reportaje13 de febrero de 2015

Desde Denver, Colorado, Amy Goodman visita la iglesia First Unitarian Society Church para reunirse con Arturo Hernández García, inmigrante indocumentado padre de dos hijos. Desde octubre, García está asilado en la iglesia como forma de impedir que lo deporten. También escuchamos a la hija de Hernández, Andrea, ciudadana estadounidense de nueve años de edad. El hecho de que ella sea ciudadana estadounidense significa que Hernández puede permanecer en EE.UU., conforme al nuevo programa de acción diferida impulsado por el presidente Obama que entra en vigencia en el mes de mayo, si es que no lo deportan antes de esa fecha. También escuchamos a Beth Chronister, pastora de la iglesia First Unitarian Society Church de Denver, y a la activista Jennifer Piper de la organización Metro Denver Sanctuary Coalition que ayudó a García a asilarse.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

AMY GOODMAN: Estamos transmitiendo desde Denver, Colorado, desde Denver Open Media. Cuando llegué Denver, ayer jueves, fui directamente a la iglesia First Unitarian Society a conocer a Arturo Hernández García. Él es un inmigrante indocumentado y padre de dos niñas. Desde octubre ha buscado refugio en la iglesia mientras lucha contra su deportación. También conocí a su hija de nueve años, Andrea, que es ciudadana estadounidense. Eso significa que su padre podría ser autorizado a quedarse en el país bajo el nuevo programa de acción diferida de Obama que comienza en mayo— si no es deportado antes de ese momento. Andrea estaba con su padre cuando fui a entrevistarlo anoche.

AMY GOODMAN: Acabamos de llegar a la iglesia Unitaria en Denver y venimos a ver a Arturo Hernández García, que se encuentra aquí refugiado. Se ha refugiado aquí, y es el primero en hacerlo en Denver desde la década de los 80.

Hola, soy Amy Goodman.

ARTURO HERNÁNDEZ GARCÍA: Encantado de conocerle.

AMY GOODMAN: Encantada. ¿Me puede decir cómo terminó viviendo en esta iglesia?

ARTURO HERNÁNDEZ GARCÍA: Es difícil, porque llevo mucho tiempo aquí, 115 días ya.

AMY GOODMAN: ¿Por qué está aquí?

ARTURO HERNÁNDEZ GARCÍA: Porque estoy en riesgo de ser deportado. El 21 de octubre es la fecha final para mi deportación. Y la razón por la que estoy aquí es porque quiero pelear mi caso.

AMY GOODMAN: ¿Puede contarme qué pasó? ¿Cómo llegó a estar en un proceso de deportación? ¿Usted tenía un negocio de alicatado?

ARTURO HERNÁNDEZ GARCÍA: Sí, trabajo en construcciones, por lo general, en grandes construcciones de apartamentos, de 100, 200 o 300 apartamentos y en las que trabajan cientos de personas. Y tuve problemas con una persona, discutí con él. Y llamaron a la policía y la policía me arrestó. Y después de eso me llevaron a la sala de inmigración.

AMY GOODMAN: ¿Y qué pasó después?

ARTURO HERNÁNDEZ GARCÍA: Estuve en el centro de detención para inmigrantes durante 15 días. Y pagué la fianza. Soy una buena persona. LLevo 16 años trabajando duro aquí en Colorado. Nunca me meto en problemas. Nunca fui arrestado. Nunca antes había ido a la cárcel, ni aquí ni en México.

AMY GOODMAN: ¿Usted tuvo a sus dos hijas aquí en Estados Unidos?

ARTURO HERNÁNDEZ GARCÍA: Tengo una hija de 15 años que nació en México. Y ella se benefició de la DACA (Acción diferida para los llegados en la infancia), que es la acción diferida para estudiantes. Ella ha conseguido un permiso de trabajo. Y tengo a Andrea, de nueve años. Ella es estadounidense.

AMY GOODMAN: ¿Cómo ha vivido todo esto? Has estado aquí durante muchos meses, desde noviembre, diciembre— cuatro meses.

ARTURO HERNÁNDEZ GARCÍA: Sí, tres meses y medio ya. Es duro, es difícil para mí y también para mi familia. Quiero volver a mi vida, a tener una vida normal, y volver al trabajo y a la tranquilidad de mi casa con mis hijas y mi esposa.

AMY GOODMAN: Estamos aquí en el refugio junto a Arturo Hernández García, y su hija de nueve años, Andrea, se nos acaba de unir. Hola, Andrea.

ANDREA HERNÁNDEZ GARCÍA: Hola.

AMY GOODMAN: ¿Vienes aquí después de la escuela?

ANDREA HERNÁNDEZ GARCÍA: Sí.

AMY GOODMAN: ¿En qué grado estás?

ANDREA HERNÁNDEZ GARCÍA: Cuarto.

AMY GOODMAN: Cuarto. ¿Cómo te sientes viendo a tu padre viviendo en la iglesia?

ANDREA HERNÁNDEZ GARCÍA: Triste. Quiero que vuelva a casa con nosotras.

AMY GOODMAN: ¿Qué esperas que ocurra con tu padre?

ANDREA HERNÁNDEZ GARCÍA: Que vaya a casa y que el ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) le dé un aplazamiento. …

AMY GOODMAN: Que el ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) le dé un aplazamiento. ¿Tú también fuiste a Washington, DC, con tu madre y tu hermana?

ANDREA HERNÁNDEZ GARCÍA: Sí.

AMY GOODMAN: ¿Qué hiciste allí?

ANDREA HERNÁNDEZ GARCÍA: Fuimos a-

ARTURO HERNÁNDEZ GARCÍA: Con los funcionarios de Servicio de Inmigración.

ANDREA HERNÁNDEZ GARCÍA: —con los funcionarios del Servicio de Inmigración y—

ARTURO HERNÁNDEZ GARCÍA: Seguridad Nacional.

ANDREA HERNÁNDEZ GARCÍA: —Seguridad Nacional y les decíamos que queríamos que nuestro padre regresara a casa con nosotras.

AMY GOODMAN: ¿Crees que eso pasará?

ANDREA HERNÁNDEZ GARCÍA: Sí.

AMY GOODMAN: Estamos en el refugio y detrás de tí hay un cartel que dice: “Todas las almas son sagradas y valiosas. La unidad nos convierte en uno”. Y estamos de pie delante del órgano.

ARTURO HERNÁNDEZ GARCÍA: Vinimos aquí, a Estados Unidos, a trabajar por el futuro de la familia. No somos criminales. No es cierto lo que la gente, el gobierno, dice en la televisión. Por lo tanto, he venido aquí, como dije, sólo para trabajar y para buscar un mejor futuro para mis hijas. Y estoy contribuyendo para quedarme. Trabajamos y pagamos impuestos. Todo lo que hago, lo hago por mi familia.

AMY GOODMAN: Quiero darle las gracias por tomarse este tiempo para hablar con nosotros, Arturo, y su hija Andrea. Estamos aquí en la iglesia Unitaria en Denver, donde Arturo Hernández García se encuentra refugiado desde hace tres meses y medio. Creo que esta es la primera vez que alguien ha pedido asilo en una iglesia de Denver desde la década de los 80, durante el “movimiento santuario”, que daba cobijo a gente que huía de la persecución política y de la violencia en América Latina. Gracias.

ARTURO HERNÁNDEZ GARCÍA: Gracias. Gracias por haber venido y por interesarse en mi caso. Se lo agradezco.

AMY GOODMAN: ¿Puedes decirme tu nombre?

BETH CHRONISTER: Mi nombre es Beth Chronister, y trabajo aquí como ayudante del pastor de la Iglesia de la Primera Sociedad Unitaria.

AMY GOODMAN: ¿Y cómo ha sido dar asilo a Arturo, siendo la primera vez que en Denver se ha dado asilo a alguien desde la década de 1980?

BETH CHRONISTER: Realmente ha sido una experiencia que ha enriquecido a la congregación. Ha sido una experiencia que ha unido a la gente en torno a una forma de hacer justicia. Esta congregación tiene una larga historia de compromiso con la justicia, pero creo que vivir esta experiencia junto a Arturo y su familia ha sido una forma de hacer justicia mediante el compañerismo de la que hemos aprendido mucho.

AMY GOODMAN: ¿Cómo decidieron hacer esto?

BETH CHRONISTER: Bueno, en realidad fue un proceso de unos seis meses de duración. Y no hubo acuerdo inmediato en la congregación, pero fue un largo proceso de diálogo, hablando desde el púlpito, trabajando en pequeños grupos, y educándonos acerca de la inmigración para averiguar cómo nos sentíamos, como comunidad, cómo nos podía hacer algo al respecto, fue un proceso que terminó en un gran votación congregacional, que fue mayoritariamente a favor.

AMY GOODMAN: ¿Cuántos?

BETH CHRONISTER: Oh, Dios mío, creo que fue de alrededor de un 90 por ciento a favor.

AMY GOODMAN: ¿Y cuántas personas hay en la congregación?

BETH CHRONISTER: ¡Oh!, ¿cuántas personas en la congregación? Alrededor de 370.

AMY GOODMAN: ¿No puede el Servicio de Inmigración simplemente entrar y arrestarlo?

BETH CHRONISTER: La historia de los refugios y del respeto a los refugios en las iglesias indican que no, que se vería tan mal, que probablemente no lo harían. Creo que hay el mismo tipo de respeto por escuelas y hospitales que el que se tiene por las iglesias.

AMY GOODMAN: ¿Y cuánto tiempo cree usted que va a durar esto?

BETH CHRONISTER: Oh, Dios mío. Esperamos que Arturo y Ana y sus hijas consigan reunirse lo más pronto posible, esperemos que en esta próxima semana. Pero hemos estado esperando esta “semana que viene” desde hace mucho. Pero estamos en esto como una comunidad comprometida en torno a él.

AMY GOODMAN: Bueno, muchas gracias.

BETH CHRONISTER: Gracias.

AMY GOODMAN: Esa era Beth Chronister. Ayudante del ministro de Primera Iglesia Unitaria aquí en Denver, Colorado, donde Arturo García Hernández se ha refugiado en su intento de permanecer en Estados Unidos con su esposa y sus dos hijas. Estuve con él ayer por la noche aquí en Denver. Quiero dar un agradecimiento especial a Denis Moynihan por ayudar a filmar nuestra entrevista. Nos acompaña en este momento Jennifer Piper. Ella ayudó a Arturo Hernández García a entrar en el refugio. Es coordinadora de la Sanctuary Coalition de Denver y organizadora interreligiosa para American Friends Service Committee. Bienvenida a Democracy Now! Muy rápidamente, explique las circunstancias bajo las cuales Arturo terminó en esta iglesia.

JENNIFER PIPER: Sí, las circunstancias son en realidad muy comunes y representan a una gran cantidad de personas de la comunidad, debido al fuerte vínculo entre la policía, los sheriffs y la inmigración en nuestro país. Bueno, Arturo estaba colocando baldosas en un trabajo.

AMY GOODMAN: Dirige con su hermano una empresa de colocación de suelos de baldosas aquí en Denver.

JENNIFER PIPER: Sí, y emplean a seis personas. Y por eso, estaban- era un lugar de trabajo enorme, y estaban poniendo el suelo, y un tipo quería poner las ventanas. Y no le gustó que no le dejaran entrar en el área de trabajo.

AMY GOODMAN: Porque no querían que pisara las baldosas que acababan de poner.

JENNIFER PIPER: Sí, no era seguro. Estropearía la baldosa. Sería malgastar dinero y tiempo. Y acordonaron la zona. Y el tipo era blanco y comenzó a gritar insultos racistas hacia Arturo y a su equipo. Y ellos dijeron: “Hable con el supervisor. Si el supervisor dice que puede entrar en la zona, nosotros lo dejamos”. El supervisor, por supuesto, dijo que no podía. El hombre dijo que no iba a recibir órdenes de ningunos mexicanos. Encaró a Arturo y este lo empujó suavemente, porque pensó que iba a golpearle. El hombre se apartó, se fue, y llamó a la policía, acusando a Arturo de haberlo amenazado. Todo el mundo en la escena, incluyendo los supervisores y los contratistas, testificaron ante el tribunal que Arturo no había iniciado la discusión y que no lo había amenazado de ninguna manera. Y Arturo fue declarado no culpable por un jurado de 12 personas. Y, a pesar de eso, Inmigración continuó el proceso de deportación en su contra. Eso fue hace casi cinco años. Él ha agotado cada vía legal abierta para pelear por su caso y se le ha negado el juicio una y otra vez. Así pues, ahora las cosas han cambiado un poco con relación al argumento legal de su caso debido al programa de acción diferida que el presidente Obama anunció en noviembre.

AMY GOODMAN: ¿Por qué él iba a ser apto para ésta?

JENNIFER PIPER: Bueno, él tiene una hija que es ciudadana estadounidense. Ha estado aquí más de 10 años, ha estado aquí más años de los cinco que el programa requiere. No tiene antecedentes penales. Ha pagado impuestos. Cumple todos los requisitos. El único problema es que tiene una orden de deportación que se emitió el año pasado y eso significa que vamos a tener que pedir a los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de EEUU que le concedan un juicio y le permitan cumplir los requisitos. Pero, por lo demás, los cumple completamente.

AMY GOODMAN: De algún modo, esta iglesia se ha convertido en una iglesia refugio para una nueva ola de refugiados desde la que tuvo lugar en los años 80.

JENNIFER PIPER: Sí.

AMY GOODMAN: ¿Puede hablar, en este último minuto que tenemos, sobre cómo esta historia de Arturo encaja en el panorama nacional y sobre lo que está sucediendo con los derechos de los migrantes?

JENNIFER PIPER: Sí, realmente vemos a nuestros inmigrantes organizándose y buscando maneras para resistir contra un sistema que se ha generalizado en nuestro país. Gastamos 18 mil millones de dólares al año en aplicar las leyes de inmigración, un gasto mayor que el de todas las otras agencias federales de orden público combinadas. Y mientras sigamos gastando esa cantidad de dinero en la aplicación de la política migratoria, veremos a familias como la de Arturo siendo separadas. Vamos a ver gente como Arturo siendo deportada, porque tenemos esta inmensa cantidad de recursos que estamos poniendo en la deportación. Y tenemos que preguntarnos: ¿Es realmente la prioridad de nuestro país? Porque es la prioridad de gasto en este momento. Y mientras sigamos viendo eso y los continuos nexos entre policía e inmigración, seguiremos viendo a miembros claves de nuestras comunidades deportados. Y así, lo que también vemos son comunidades aliadas que se dan cuenta de que conocen a personas sin papeles, que están siendo deportadas, acercándose para acompañar y experimentar un poco del riesgo que personas como Arturo viven cada día.

AMY GOODMAN: ¿Y este “movimiento santuario”, está creciendo?

JENNIFER PIPER: La cantidad de iglesias comprometidas con la idea del refugio está creciendo. El número de personas que realmente solicitan refugio no. Y algo de eso es por este nuevo programa y por algunas nuevas oportunidades para quienes tratan de permanecer en el país legalmente. Pero incluso si implementan estas medidas plenamente, solo cubrirá a cinco de los alrededor de diez millones de inmigrantes que hay aquí.

AMY GOODMAN: Bueno, Jennifer Piper, seguiremos el caso de Arturo. Es interesante, Jessie Hernández y Arturo Hernández García, no están relacionados familiarmente.

JENNIFER PIPER: No.

AMY GOODMAN: Pero sus historias se han cruzado a través de sus hijas.

JENNIFER PIPER: Sí, la hija mayor de Arturo, Mariana, fue a la escuela con Jessie y su familia se vio muy afectada por la violencia ejercida por el Departamento de Policía de Denver y el hecho de que no se haya asumido responsabilidad alguna. Y creo que la falta de asunción de responsabillidades en el Departamento de Policía de Denver es la misma falta de asución de responsabilidades que vemos en el sistema de control de inmigración.

AMY GOODMAN: Jennifer Piper es organizadora interreligiosa para American Friends Service Committee aquí en Denver, coordina la Sanctuary Coalition de Denver. Ella ayudó a Arturo Hernández García a refugiarse en la Primera Iglesia Unitaria en Denver. Esto es Democracy Now! Cuando regresemos, hablaremos con el periodista David Sirota. Quédense con nosotros.

Traducido por Esther Ortiz. Editado por Constanza Sánchez Chiappe, Igor Moreno y Democracy Now! en Español.

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