Decenas de civiles murieron en un ataque aéreo contra un campamento para sirios que fueron desplazados internamente en la provincia de Idlib, cerca de la frontera con Turquía. Según informes, al menos 30 personas murieron, algunas de ellas niños, y hubo decenas de heridos. El director de Asuntos Humanitarios de la ONU, Stephen O’Brien, dijo que el ataque podría constituir un crimen de guerra. Todavía no está claro quién lo llevó a cabo, aunque algunos informes indican que se trataba de aviones sirios o rusos. Un testigo condenó el ataque.
El testigo expresó: “Somos gente desplazada y nos prendieron fuego. Quemaron tiendas de campaña que estaban en un espacio restringido. Las prendieron fuego. Que Dios los queme como quemaron a estas personas”.
El ataque se produjo tras el anuncio de una tregua extendida con la mediación de Rusia y Estados Unidos, lo que brindó algo de calma a la ciudad sitiada de Alepo. Sin embargo, en un mensaje al presidente ruso, Vladimir Putin, el presidente sirio, Bashar al Assad, dijo que todavía procuraba una victoria total sobre los rebeldes en Alepo, donde los combates en las últimas dos semanas han causado la muerte a cerca de 300 personas.
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