Johann Hari explica cómo los “valores basura” del neoliberalismo provocan depresión y ansiedad en EE.UU.

Reportaje01 de febrero de 2018

Estados Unidos es uno de los países con mayores índices de depresión. ¿Podría ser a causa de la política económica neoliberal implementada en el país? Hablamos del tema con Johann Hari, autor del polémico libro “Lost Connections: Uncovering the Real Causes of Depression—and the Unexpected Solutions” (Conexiones perdidas: Develando las verdaderas causas de la depresión… y sus inesperadas soluciones). En el libro, Hari dice: “La comida basura ha invadido nuestra alimentación y está enfermando físicamente a millones de personas. Hay evidencia científica sustancial que indica que algo similar sucede con nuestras mentes; han caído bajo la dominación de valores basura y eso nos genera enfermedades mentales, por eso tenemos índices desorbitantes de depresión y ansiedad”.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

NERMEEN SHAIKH: Pasamos a hablar ahora acerca de las enfermedades mentales y su tratamiento en Estados Unidos. De acuerdo a los Institutos Nacionales de la Salud, las enfermedades mentales son muy frecuentes: casi el 20 por ciento de los adultos estadounidenses padece una enfermedad mental cada año. Los trastornos de ansiedad son la enfermedad mental más común, afectando cada año a 40 millones de adultos en Estados Unidos, el 18 por ciento de la población del país. Alrededor del 7 por ciento de los adultos estadounidenses sufren depresión grave. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, EE.UU. es uno de los países con más altos índice de depresión en el mundo, en tanto que a nivel global, la depresión es la principal causa de problemas de salud y discapacidad. La depresión es también es el factor principal en los suicidios en todo el mundo, que son cerca de 800.000 por año. La Alianza Nacional Sobre Enfermedades Mentales indica que más de la mitad de los estadounidenses no reciben tratamiento ante una enfermedad mental.

AMY GOODMAN: Ahora vamos a hablar de un libro nuevo que argumenta que las personas que reciben tratamiento para la depresión y la ansiedad no están siendo tratadas adecuadamente. El autor, Johann Hari, dice que los tratamientos se enfocan principalmente en la química del cerebro, excluyendo las causas ambientales, que son igual o, a veces, más importantes. Hari apunta específicamente a lo que él llama “valores basura”. “La comida basura está dominando nuestras dietas, y está enfermando físicamente a millones de personas. Cada vez hay más evidencia científica que sugiere que algo similar está sucediendo con nuestras mentes: están cada vez más dominadas por valores basura, y eso nos enferma mentalmente, desencadenando altas tasas de depresión y ansiedad”, escribe el autor. Johann Hari ha experimentado por sí mismo lo que es padecer una enfermedad mental. Después de haber tomado antidepresivos durante más de una década —empezó cuando era adolescente— se encontró con que seguía deprimido. En su investigación, Johann Hari se dio cuenta que su experiencia no era un caso aislado: asombrosamente del 65 al 80 por ciento de las personas que toman antidepresivos no lograr superar la depresión.

Johann Hari se une ahora al programa desde Washington, DC. Él es escritor y periodista. Su libro sobre la depresión se llama “Conexiones perdidas: develando las verdaderas causas de la depresión… y sus inesperadas soluciones”. Su libro anterior se titula “Tras el grito: Un relato revolucionario y sorprendente sobre la verdadera historia de la guerra contra las drogas”.

Johann, bienvenido a Democracy Now!. Empecemos hablando sobre el título del libro, porque creo que eso transmite en gran parte cuál es tu tesis subyacente: Conexiones Perdidas.

JOHANN HARI: Sí. Todos los que están viendo en este momento el programa saben que tienen necesidades físicas naturales, ¿cierto? Necesitas comida, necesitas agua, necesitas aire limpio y necesitas calor. Si te quitan eso, las cosas irían realmente mal muy rápido.

Una de las cosas que aprendí en el largo viaje que hice para escribir este libro —de más de 40.000 millas, y en el cual entrevisté a los mejores expertos del mundo sobre qué causa la depresión y la ansiedad y sobre qué las soluciona— es que hay pruebas sólidas de que también tenemos necesidades psicológicas naturales. Debes sentir que perteneces a algo. Debes sentir que tu vida tiene un significado y un propósito. Debes sentir que la gente te reconoce y te valora. Debes sentir que tienes un futuro que tiene sentido. Y nuestra cultura es buena en muchas cosas, pero cada vez somos menos capaces de satisfacer las profundas necesidades psicológicas subyacentes de las personas. Y ese es uno de los motivos claves de la explosiva crisis de depresión y ansiedad que estamos padeciendo.

Esto puede sonar un poco extraño en abstracto, así que te daré un ejemplo específico. Noté que en muchas de las personas que conozco que están deprimidas y ansiosas, su depresión y ansiedad se centra en su trabajo. Entonces, comencé a analizar los datos. ¿Qué sentimientos genera el trabajo en las personas en nuestra cultura? Resulta que Gallup hizo la mejor investigación sobre esto. Al 13 por ciento de nosotros nos gusta nuestro trabajo la mayor parte del tiempo. El 63 por ciento de nosotros somos lo que llaman “trabajadores dormidos”: no te gusta, pero no lo odias. El 24 por ciento de las personas odia su trabajo. Así que pensé en estos números. Al 87 por ciento de las personas no les gusta lo que hacen durante la mayor parte del tiempo que están despiertos. Y empecé a pensar, ¿podría eso tener alguna relación con nuestra crisis de salud mental?

Entonces, descubrí a un increíble científico social australiano llamado profesor Michael Marmot, quien descubrió en la década de 1970 qué es en concreto lo que deprime del trabajo. Si vas a trabajar y sientes que tienes poco o ningún control sobre lo que haces, tienes muchas más probabilidades de deprimirte, o incluso más probabilidades de tener un ataque al corazón. Eso se debe a que los seres humanos tenemos la necesidad de sentir que nuestra vida es significativa. Y si eres controlado, eso limita tu capacidad de crear algo significativo por ti mismo. Y empecé a pensar en la cuestión química. Creo firmemente que las drogas antidepresivas tienen un papel real, que ofrecen algo de alivio para algunas personas. Pero empecé a pensar: ¿cuál sería el antidepresivo ideal para ese problema con el trabajo que es tan frecuente en nuestra cultura? Y descubrí que hay uno.

En Baltimore, no muy lejos de donde estoy ahora, conocí a una mujer llamada Meredith Keogh. Meredith solía irse a la cama todos los domingos por la noche sintiéndose enferma debido a la ansiedad generada por su trabajo. Y un día, junto a su esposo, Josh, decidió hacer algo bastante audaz. Josh había trabajado en tiendas de bicicletas desde que era un adolescente, que es, como todos saben, un trabajo inseguro y controlado. Josh y Meredith decidieron que iban a poner en marcha una tienda de bicicletas junto a sus colegas que siguiera una lógica diferente a la usual. Se trata de una cooperativa democrática. Podrías llamarlo “democracia ya”. La forma en que funciona es que no tienen un jefe. Toman todas las decisiones importantes juntos, y comparten las ganancias, por supuesto. Comparten las buenas tareas y las tareas no tan buenas, para que nadie tenga que hacerse cargo únicamente de las tareas más deprimentes. Una de las cosas más fascinantes que noté al pasar tiempo con ellos y en otras cooperativas democráticas es que ellos hablaban de lo deprimidos y ansiosos que estaban en su lugar de trabajo anterior, pero no ahora, lo cual condice totalmente con los hallazgos del profesor Marmot.

Y tal como me dijo Josh, no hay ninguna razón por la cual ese modo de gestión no pueda aplicarse en cualquier lugar de trabajo. Tenemos una sociedad que pone en marcha todo tipo de estructuras que causan depresión y ansiedad. Entonces, al que sufre depresión y ansiedad, si está viendo esto, quiero decirle que he estudiado las nueve causas de depresión y ansiedad de las cuales hay evidencia científica. Dos son biológicas, y el resto están dependen de nuestra forma de vida. Si estás deprimido, si estás ansioso, no estás loco. No eres una máquina con partes rotas. Eres un ser humano con necesidades insatisfechas. Y podemos cambiar nuestra sociedad para que esas necesidades sean satisfechas y no dejes de sufrir.

NERMEEN SHAIKH: Johann Hari, quiero preguntarle sobre algunas de las críticas que ha recibido su libro. Hay un artículo en The Guardian titulado: “Como psiquiatra, sé que Johann Hari se equivoca al poner en duda los antidepresivos”. Carmine Pariante escribe: “Así como saber que te has roto las piernas en un accidente automovilístico no sana milagrosamente tus huesos rotos, conocer el motivo 'racional' para estar deprimido no hace que la depresión sea menos real, o que el que sufre esa depresión necesite menos apoyo y tratamiento”. Ella [sic] disputa el argumento en su libro de que la depresión y la ansiedad son tratados sólo como un problema químico por la comunidad psiquiátrica, y argumenta que: “Sugerir que prescribir antidepresivos a un paciente que sufre de depresión clínica es el equivalente a tratarlos como una 'máquina con partes defectuosas' es incorrecto, inútil e incluso peligroso. Los antidepresivos no son la panacea, pero demonizarlos los puede volver un estigma, lo que significa que, trágicamente, más personas dejarán de recibir ayuda ante una enfermedad debilitante”.

JOHANN HARI: Sí, el individuo que citas…

NERMEEN SHAIKH: Entonces, Johann Hari, ¿puede responder a eso? Específicamente, puede responder a lo que ella dice sobre que su libro demoniza una enfermedad que ya está de por sí demonizada y estigmatizada, por lo cual la gente ya duda en ocasiones sobre si debe tomar antidepresivos.

JOHANN HARI: El individuo que mencionas deja en claro que no ha leído el libro. En el libro digo muy claramente que lo que propongo es ampliar el menú de opciones para personas que sufren depresión y ansiedad; y que no quiero quitar nada del menú. Algunas de las personas que más amo, algunos de mis parientes más cercanos, tomar antidepresivos. Nunca les pedí que dejarán de medicarse. Los antidepresivos químicos alivian a algunas personas, y eso es realmente valioso. Pero no resuelven el problema. Esta no es solo mi posición, esta es la posición de la Organización Mundial de la Salud. La Organización Mundial de la Salud explica que la salud mental se construye a nivel social. Es un indicador social, y necesita soluciones tanto sociales como individuales. Necesitamos tener una conversación seria sobre estas causas que no se reduzca caricaturizar los argumentos del oponente. Por supuesto que no estoy en contra de los antidepresivos químicos Los tomé durante 13 años. Algunas de las personas que más amo los toman. Sin embargo, tenemos que ser capaces de hablar sobre el problema desde el contexto más amplio de lo que está sucediendo y analizando cómo podemos lidiar con eso.

Una cosa que me ayudó realmente a cambiar mi opinión sobre esto fue ir a entrevistar a un profesor llamado Derek Summerfield, un increíble psiquiatra sudafricano. Él me contó que estaba en Camboya cuando fueron introducidos por primera vez los antidepresivos químicos, y los doctores de allí no sabían lo que eran. Entonces, él me contó que ellos dijeron: “No los necesitamos, ya tenemos antidepresivos”. Y él les preguntó: “¿Qué quieren decir?” Entonces ellos le contaron acerca de un agricultor de su comunidad quien trabajaba en los arrozales y un día sufrió la explosión de una mina terrestre. Ellos le dieron una extremidad artificial, y él volvió a trabajar en los campos y comenzó a deprimirse. Aparentemente es muy doloroso trabajar bajo el agua con una extremidad artificial —lo cual imagino que es bastante traumático—. El agricultor empezó a llorar todo el día, a no querer levantarse de la cama, y ellos le dijeron: “Le dimos un antidepresivo”. Derek dijo: “¿Qué hicieron?” Y respondieron: “Fuimos. Nos sentamos con él. Escuchamos sus problemas. Nos dimos cuenta de que su dolor tenía sentido. Pensamos que si le comprábamos una vaca él podría convertirse en ganadero, y ya no estaría tan deprimido”. Le compraron una vaca y, en unas pocas semanas, dejó de llorar. Lo que esos médicos camboyanos sabían intuitivamente es lo que la Organización Mundial de la Salud ha estado tratando de decirnos durante años: nuestra depresión tiene sentido. Esta idea, lejos de estigmatizar a las personas deprimidas, creo que les quita un estigma.

Hay un experimento realmente interesante, del que hablo en mi libro, que demuestra esto de manera muy clara. Porque hasta ahora le hemos contado a la gente una historia exclusivamente biológica sobre su angustia. Eso es lo que mi doctor me dijo. Y si bien hay factores biológicos reales para la depresión, la mayoría de las causas están en la forma en que vivimos. Y creo que esa idea es mucho más efectiva para quitar el estigma social sobre el problema. Lo que estamos diciendo es que no eres tú. En realidad, estás rodeado por una gran cantidad de personas que se sienten igual que tú, de la misma manera, y lo que sientes se debe a razones perfectamente comprensibles. El Dr. Pariante, quien escribió el artículo y, para ser justos con él, es un hombre y no una mujer, dijo que está de acuerdo conmigo en estas causas sociales y en que tenemos que lidiar con estas causas sociales más profundas. Creo que parte del problema es que hemos estado metidos en este sentimiento pesimista en el cual pensamos que no podemos cambiar nada. Hay muchos experimentos que han demostrado que podemos cambiar las cosas de manera importante.

Te daré un ejemplo, algo que ha sido cubierto por Democracy Now! muy en profundidad. En Canadá, en la década de 1970, hicieron un experimento. Eligieron una ciudad, al azar, llamada Dauphin, está cerca de Manitoba, y dieron a una gran cantidad de gente en esta ciudad un ingreso básico garantizado, el equivalente a 15.000 dólares al año, y les dijeron: “Vamos a darles este dinero en cuotas mensuales. No deben hacer nada a cambio, y no hay nada que puedan hacer que haga que se lo quitemos”. Y siguieron lo que sucedió en los siguientes tres años. Lo más importante para mí es que hubo una caída masiva en el número de personas que sufrían depresión y ansiedad. Los casos de depresión severa, en los que la gente debe ser hospitalizada, cayeron un 9 por ciento.

Eso nos dice algo. Nos dice que la inseguridad financiera del neoliberalismo, que ustedes documentan en forma tan brillantemente, está causando gran parte de esa depresión y esa ansiedad. En primer lugar, resulta muy fortalecedor para la gente escuchar: “Tu depresión es causada por estos factores relacionados con la forma en que vivimos. No se debe solamente a que tu cerebro esté roto”. Hay factores relacionados con cómo funciona el cerebro, por supuesto, somos seres biológicos, pero ese no es el principal impulsor del problema. Y hay soluciones por las que podemos luchar unidos. Creo que eso ayuda mucho más a quitar el estigma y a empoderar a la gente, sin ridiculizar a nadie diciendo que su único argumento es que los medicamentos son malos. Claro que no lo son.

AMY GOODMAN: Johann, a principios de este mes la primera ministra británica, Theresa May, nombró un ministro para la problemática de la soledad y el aislamiento, después de una investigación de un año de duración que descubrió que el 14 por ciento de la población del Reino Unido se siente sola con frecuencia o constantemente. ¿Puede hablar sobre esa conexión entre la soledad y la depresión? Nos quedan 20 segundos.

JOHANN HARI: Sí. Somos la sociedad más solitaria que alguna vez haya existido. El profesor John Cacioppo, junto a la Universidad de Chicago, lo ha demostrado. Hay doctores que han comenzado a prescribir a personas solitarias que participen en grupos voluntarios de jardinería, lo cual es dos veces más eficaz para reducir la depresión que los antidepresivos químicos. Tenemos que mirar hacia soluciones más amplias. El libro habla de las nueve causas de depresión y la ansiedad de las que hay evidencia científica, y de siete tipos diferentes de antidepresivos que deberíamos utilizar, además de los antidepresivos químicos.

AMY GOODMAN: Vamos a continuar con esta conversación y la publicaremos en democracynow.org. El nuevo libro de Johann Hari ya está a la venta, y se titula: “Conexiones perdidas: Develando las verdaderas causas de la depresión… y sus inesperadas soluciones”.

Democracy Now! está contratando un productor de noticias de tiempo completo. Envíe su solicitud antes del 5 de febrero en democracynow.org.


Traducido por Pamela Subizar. Editado por Igor Moreno y Democracy Now! en Español.

The original content of this program is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 United States License. Please attribute legal copies of this work to democracynow.org. Some of the work(s) that this program incorporates, however, may be separately licensed. For further information or additional permissions, contact us.

Las noticias no comerciales necesitan de su apoyo

Dependemos de las contribuciones de nuestros espectadores y oyentes para realizar nuestro trabajo.
Por favor, haga su contribución hoy.
Realice una donación
Inicio