El Vaticano rompió su silencio luego de que un impactante informe elaborado por un gran jurado de Pensilvania, Estados Unidos, revelara que más de 300 sacerdotes católicos abusaron sexualmente de mil niños –y posiblemente de muchos más– en el transcurso de siete décadas y que este abuso fue encubierto por las autoridades de la Iglesia Católica, que transferían a los sacerdotes pedófilos en lugar de despedirlos y ocultaban las denuncias de abuso en “un expediente secreto”. En una declaración emitida el jueves, dos días después de que el gran jurado divulgara el informe, el portavoz del Vaticano, Greg Burke, describió los abusos como “criminales y moralmente condenables”.
Greg Burke expresó: “Hay dos palabras que pueden expresar los sentimientos que generan estos horrendos crímenes: ‘vergüenza’ y ‘dolor’. La Santa Sede se toma muy en serio el trabajo del Gran Jurado y el informe que produjo. La Santa Sede condena rotundamente el abuso sexual de menores. Los abusos relatados en el informe son criminales y moralmente condenables. Con sus actos [los abusadores] traicionaron la confianza y les quitaron a los sobrevivientes su dignidad y, en muchos casos, su fe. La Iglesia debe aprender las duras lecciones del pasado, y tanto los abusadores como aquellos que permitieron los abusos deben rendir cuentas”.
El Vaticano le dijo a las víctimas que el papa Francisco “está de su lado” y prometió tomar medidas para “erradicar este trágico horror”. La declaración se produjo sólo unos meses después de que el papa reconociera haber manejado de forma negligente una investigación que el Vaticano llevaba a cabo sobre los abusos sexuales generalizados en Chile, y menos de dos meses después de que un tribunal del Vaticano sentenciara al ex embajador de la Iglesia en Washington DC a cinco años de prisión por posesión de pornografía infantil.
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