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Fue uno de los peores atentados terroristas en el sur de Asia: los funcionarios del Gobierno esrilanqués afirman que un grupo extremista islámico local llamado National Thowheed Jama’ath coordinó la serie de ocho atentados con bombas perpetrados el domingo de Pascua en iglesias y hoteles de lujo en distintos puntos de Sri Lanka. Los ataques dejaron un saldo de, al menos, 290 personas muertas, más de quinientas heridas y escenas de caos. El Gobierno pidió disculpas por no haber tomado más medidas preventivas. El ministro de Telecomunicaciones de Sri Lanka dijo que diez días antes había circulado un memorándum en el que el máximo cargo de la policía esrilanquesa advertía sobre un posible ataque, pero que la advertencia fue ignorada. Los funcionarios han impuesto el toque de queda desde el atardecer hasta el amanecer y el bloqueo de muchas redes sociales tras los atentados terroristas, en este país de 21 millones de habitantes.
Para saber más de este tema, puede ver la entrevista que les hicimos (en inglés) a Bhavani Fonseka, Alan Keenan y T. Kumar. Fonseka, que se comunica con nosotros desde Colombo, capital del país, para darnos las últimas noticias, es investigador de Centre for Policy Alternatives. “La discriminación, el perfilado y las tensiones étnicas han estado ahí durante décadas”, dice Fonseka. “Esto era más evidente durante la guerra [civil de Sri Lanka], pero continuó en el período de posguerra también”. Keenan es un director esrilanqués de proyectos en International Crisis Group. Kumar, ex director de Relaciones Institucionales Internacionales de Amnistía Internacional Estados Unidos, fue preso político durante más de cinco años en su Sri Lanka natal.
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