
Las fuerzas israelíes apresaron a más de 500 activistas por la paz en la última semana de su viaje a Gaza, cuya misión era entregar ayuda humanitaria al territorio sitiado. Según organizadores de la Flotilla Global Sumud, la mayoría de las y los participantes detenidos fueron enviados a la prisión de Ktzi’ot, tristemente célebre por las condiciones duras y abusivas en que mantiene a los presos. Algunos activistas han denunciado abusos físicos, humillaciones y tratos inhumanos por parte de soldados israelíes.
Hablamos con el activista judío estadounidense David Adler, co-coordinador general de la Internacional Progresista, quien cuenta que fue objeto de una violencia adicional debido a su procedencia.
“Se acercaron y vieron mi pasaporte, en el que figura mi nombre completo, David Rashi Kremen Adler, y me preguntaron si era judío. Dije que sí, era judío. Me agarraron de la oreja y me obligaron a agacharme y mirar fijamente la bandera del Estado de Israel”, dice Adler. Además cuenta que, cuando estaba en la cárcel, fue increpado personalmente por el ministro israelí de extrema derecha Itamar Ben-Gvir, quien le dijo que era un “terrorista”.
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