
El sábado 22 de noviembre en Belém, Brasil, finalizaron las negociaciones internacionales de la Cumbre de la ONU sobre el Cambio Climático de este año. Los consensos alcanzados dieron como resultado un documento final diluido que ni siquiera menciona los combustibles fósiles y, mucho menos, propone un plan para eliminar gradualmente el uso de estos grandes contribuyentes a la crisis climática. El acuerdo de la COP30 tampoco establece nuevos compromisos para detener la deforestación y no aborda el consumo mundial de carne, otro factor importante en el calentamiento global.
“Me enoja este resultado tan débil. Me enoja que los cabilderos de los combustibles fósiles hayan circulado libremente por el lugar, mientras que el activismo indígena fue enfrentado con una represión militarizada”, dice Brandon Wu, director de políticas y campañas de la organización ActionAid USA. “En especial, estoy furiosamente indignado con […] los países ricos y desarrollados del Norte Global que vienen a estas conferencias y actúan como si fueran los héroes, cuando, en realidad, lo que están haciendo es depositar la carga de la crisis que ellos causaron sobre las espaldas de los pobres”.
“La ausencia de Estados Unidos fue clave”, añade Jonathan Watts, quien escribe sobre el medio ambiente desde una perspectiva global en el periódico The Guardian. “Con el Gobierno de Donald Trump, Estados Unidos está tratando de retroceder al siglo XX , a una era de combustibles fósiles, mientras que una gran parte del resto del mundo quiere avanzar hacia otra cosa”.
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