
El martes 8 de julio, el presidente Trump se reunió con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Casa Blanca por segundo día consecutivo. Mientras tanto, el enviado de Trump para Medio Oriente, Steve Witkoff, afirmó que Israel y Hamás se estaban acercando a concretar un acuerdo de alto el fuego. Si bien los medios israelíes informan que Netanyahu está bajo una presión “extrema” para lograr un acuerdo de alto el fuego de 60 días, según los “intereses de Netanyahu y de su Gobierno el objetivo es que ésta sea una guerra perpetua y continua”, señala Matt Duss, vicepresidente ejecutivo del Centro de Política Internacional. La propuesta estadounidense-israelí incluiría la liberación de diez rehenes israelíes vivos, junto con los cuerpos de rehenes fallecidos, a cambio de la liberación de prisioneros palestinos detenidos en cárceles israelíes. Los negociadores de Hamás también piden la retirada de las fuerzas israelíes y garantías para el fin de la guerra, así como la reanudación de los envíos de ayuda humanitaria supervisados por la ONU y el Comité Internacional de la Cruz Roja, en lugar de la llamada Fundación Humanitaria de Gaza, la cual piden que deje de operar.
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