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El martes a la noche en Charlotte se vivía un clima de celebración, cuando miles de delegados daban comienzo a la Convención Nacional Demócrata y millones de personas la miraban por televisión. Pero la fiesta política se extiende más allá de lo que el público ve en las transmisiones de horario central o incluso en el interior del centro de convenciones. Hay eventos exclusivos que van desde fiestas financiadas por las grandes empresas y organizadas por la poderosa Asociación de Gobernadores Demócratas hasta una fiesta llamada Super-O-Rama organizada por los tres principales súper comités de acción política, donde el aporte recomendado es de veinticinco mil dólares. Nos acompaña Liz Bartolomeo de la organización Sunlight Foundation, que ha estado observando los cientos de eventos reservados para grandes aportantes y figuras poderosas.
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