El sábado, en Siria, dos explosiones de un atentado suicida despedazaron los autobuses que transportaban iraquíes a un cementerio cerca de Damasco, matando al menos a 74 personas e hiriendo a decenas más. La mayoría de los muertos eran peregrinos chiitas. Una alianza rebelde suní llamada Frente Fatah al Sham, que anteriormente estaba aliada con Al Qaeda, se atribuyó la responsabilidad del ataque. La violencia se produce al tiempo que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia informó que 2016 fue el peor de los seis años de guerra civil en Siria. Unicef halló que las muertes infantiles aumentaron al menos un 20% en comparación al año anterior, mientras que la tasa de reclutamiento de niños se duplicó.
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