En Irak, miles de familias de Mosul siguen viviendo en campamentos, sin poder regresar a sus hogares, casi un mes después de que el primer ministro iraquí declarara la victoria en la ofensiva, con apoyo de Estados Unidos, para recuperar el control de la ciudad de manos del autoproclamado Estado Islámico (ISIS). En el campamento de Salamiya, en el oeste de Mosul, los habitantes se quejan del calor sofocante y de la falta de agua. Quienes regresan a la ciudad sostienen que afrontan la persistente violencia y condiciones de vida inhabitables.
Saddam, un habitante desplazado, declaró: “No puedo regresar a mi barrio porque no hay agua, ni electricidad ni servicios, no hay nada en mi zona. Nuestras casas fueron destruidas, robaron los televisores, nos robaron todo. Vinimos a este campamento y la vida aquí es muy difícil”.
El periódico The Independent informa que más de 40.000 civiles murieron en la batalla para recuperar el control de Mosul, que duró nueve meses, y que miles de cadáveres siguen atrapados bajo los escombros. Mientras tanto, Human Rights Watch está exhortando al gobierno estadounidense, encabezado por el presidente Donald Trump, a que deje de brindar ayuda a una división militar iraquí, después de que se informó el miércoles que soldados iraquíes entrenados por Estados Unidos ejecutaron a decenas de prisioneros en la Ciudad Vieja de Mosul.