En Arabia Saudí, el rey Salman consolidó el poder en favor del príncipe heredero Mohammed bin Salman ordenando una reorganización de su Gabinete, casi tres meses después del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, que provocó conmoción internacional y puso al liderazgo saudí bajo un estricto escrutinio. En particular, el ministro de Relaciones Exteriores, Adel al-Jubeir, fue degradado al cargo de ministro de Estado para Asuntos Exteriores. Al-Jubeir culpó del asesinato de Khashoggi a agentes saudíes rebeldes; también, previamente, caracterizó el clamor internacional causado por el asesinato de Khashoggi como “bastante histérico”. La reorganización del Gabinete es considerada un beneficio para el príncipe heredero, ya que coloca a los funcionarios fieles a su régimen en cargos clave. Bin Salman mantendrá sus funciones en el gobierno, entre ellos el de viceprimer ministro y ministro de Defensa.
A principios de este mes, el Senado de Estados Unidos aprobó una resolución en la que establece que considera que el príncipe heredero es responsable del asesinato del periodista. Khashoggi, residente de Estados Unidos y columnista del periódico The Washington Post, fue asesinado por agentes saudíes después de haber ingresado, el 2 de octubre, al Consulado de Arabia Saudita situado en la ciudad de Estambul.