Los 34 obispos católicos romanos de Chile presentaron en forma masiva sus cartas de renuncia, dirigidas al papa Francisco, luego de que la principal autoridad eclesiástica acusara a la Iglesia chilena de no proteger a los niños de los abusos cometidos por sacerdotes y de destruir evidencias en casos de crímenes sexuales. El papa Francisco también enfrentó críticas por haber ordenado a un obispo que había sido acusado de bloquear una investigación por abuso sexual que pesa sobre el reverendo Fernando Karadima, a quien el Vaticano halló culpable de abuso sexual cometido contra muchachos jóvenes.
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