La semana pasada en Brasil la policía arrestó a cinco personas por el devastador colapso de un dique de contención de residuos mineros situado en Minas Gerais, en el que murieron al menos 65 personas y cerca de 300 continúan desaparecidas. Tres de los arrestados trabajan para Vale, la compañía minera que era propietaria y operadora de la represa, mientras que los otros dos trabajaban para una compañía alemana que realizó inspecciones en el dique el año pasado. La noticia se produce al tiempo que las familias de las víctimas han comenzado a celebrar funerales para los fallecidos. Los residentes y los trabajadores exigen justicia por lo que consideran que fue un desastre evitable. Mientras tanto, las comunidades indígenas locales denuncian los daños ambientales causados por la ruptura del dique, que arrojó millones de toneladas de residuos de mineral de hierro en la tierra y en las vías fluviales.
Hayo Pataxo Ha-ha-hae expresó: “Perdimos el equilibrio de nuestra reserva, porque el río lo era todo. Nos bañábamos en él. Lavábamos nuestra ropa y nuestra vajilla. Por eso nos entristece mucho esta situación causada por esta tragedia que el hombre blanco causó en nuestra naturaleza”.