En Sudán, los manifestantes estallaron en celebraciones luego de que se diera a conocer la noticia de que el presidente Omar al-Bashir fue obligado a renunciar, presuntamente destituido por las fuerzas militares y puesto bajo arresto domiciliario, poniendo fin a sus tres décadas de gobierno autoritario. Esto ocurrió tras meses de protestas que exigían la renuncia de Al-Bashir. Desde el sábado los manifestantes llevaban a cabo una masiva protesta pacífica en la capital, Jartum.
Además, durante el fin de semana se congregaron frente al cuartel militar, que es también la residencia de Al-Bashir, en medio de informes de ataques con gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento lanzados por las fuerzas de seguridad. Informes realizados en el lugar señalan que algunos soldados se alinearon con los manifestantes, lo que restó apoyo militar a Al-Bashir. Agrupaciones de defensa de los derechos humanos sostienen que más de 50 personas han sido asesinadas desde diciembre, y el Gobierno ha sido acusado de encarcelar a cientos de activistas y críticos del presidente, así como de cerrar las oficinas de prensa y prohibir a los periodistas extranjeros la cobertura del levantamiento.
Según una declaración del ministro de Defensa de Sudán, transmitida por televisión en la mañana del jueves, el Ejército sudanés instaló un consejo militar de transición que gobernará durante dos años.
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