En Francia, la policía antidisturbios disparó gases lacrimógenos y cañones de agua el sábado para dispersar a miles de manifestantes conocidos como los “chalecos amarillos”, que tomaron las calles de París y otras ciudades por vigesimotercer fin de semana consecutivo. Las protestas semanales comenzaron el año pasado para reclamar el fin de las políticas económicas favorables a las empresas, impuestas por el presidente Emmanuel Macron, y para demandar salarios justos e impuestos más altos para los ricos. Muchos de los manifestantes sienten irritación al ver que los donantes acaudalados que financiarán la reconstrucción de la catedral de Notre Dame en París obtendrán por ello enormes deducciones fiscales. Las siguientes son las palabras de una jubilada de 62 años que participó en las protestas del sábado.
Odette expresó: “En el momento en que vi arder [la catedral de] Notre Dame, me sentí abrumada por la emoción. Pero cuando me enteré de las enormes donaciones de dinero destinadas a salvar a Notre Dame, lo que pensé durante tanto tiempo probó ser absolutamente cierto: que estos multimillonarios que donaron este dinero obtendrán beneficios fiscales tan grandes como si no hubieran donado nada. Bueno, esto me presionó más para estar hoy aquí y para continuar defendiendo a la gente común, de la que formo parte”.