El padre migrante Óscar Alberto Martínez Ramírez y su pequeña hija Valeria fueron sepultados ayer en su pueblo natal en El Salvador durante una ceremonia privada. Una fotografía de sus cuerpos ahogados en el Río Grande provocó protestas generalizadas por la crisis humanitaria que se vive en la frontera sur de Estados Unidos, al tiempo que suscitó cuestionamientos acerca de la ética de explotar imágenes de este tipo en la prensa. No se permitió a los periodistas asistir al funeral.
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, declaró el domingo que sus trágicas muertes fueron ocasionadas por políticas inmigratorias defectuosas y situaciones insostenibles en todos los países implicados: Estados Unidos, México y El Salvador.