Cuatro años buscando justicia: entrevista a Laura Zúñiga Cáceres, hija de la ambientalista asesinada Berta Cáceres

Original en Español17 de enero de 2020
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En Honduras, un nuevo informe presentado por el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras afirma que, al menos, quince mujeres fueron asesinadas en los primeros catorce días de este año. La violencia contra las mujeres, las personas LGBTQ, los líderes indígenas y los activistas ambientales aumentó estrepitosamente en Honduras durante el gobierno de Juan Orlando Hernández que tiene el respaldo de EE.UU. El informe se da casi cuatro años después de que un grupo de sicarios asesinara a Berta Cáceres, indígena activista ambiental, en su casa ubicada en La Esperanza, Honduras. El mes pasado en Tegucigalpa, ciudad capital de Honduras, siete hombres fueron condenados a cincuenta años de cárcel por ese asesinato ocurrido en marzo de 2016. Cáceres había estado oponiéndose a la construcción de una importante represa hidroeléctrica en el río Gualcarque en terrenos sagrados del pueblo lenca, en el sudoeste de ese país. En noviembre de 2018, un tribunal determinó que el asesinato de Cáceres había sido ordenado por ejecutivos de la empresa hondureña responsable del proyecto de la represa Agua Zarca, conocida como DESA, que contrataron a los sicarios ahora condenados. Cáceres había ganado el Premio Goldman 2015 a los defensores del medio ambiente, por su trabajo de protección de las comunidades indígenas y por su campaña de justicia ambiental contra la construcción de la enorme represa. En diciembre, conversamos con una de sus hijas, Laura Zúñiga Cáceres, en Madrid, España, adonde había viajado para recibir un premio de derechos humanos. “Es una condena tardía. Han sido casi cuatro años de búsqueda de justicia. Es producto de un proceso bastante doloroso y difícil en el que las víctimas hemos estado en disputa directa con un Estado asesino y agresivo”, afirma Zúniga Cáceres.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, Democracynow.org el informativo de guerra y paz, soy Amy Goodman. El pasado diciembre siete hombres fueron condenados en Honduras a más de cincuenta años en prisión por el asesinato de la medioambientalista indígena Berta Cáceres. Cáceres estaba luchando contra la construcción de una gran represa hidroeléctrica en tierras indígenas lencas cuando fue asesinada a tiros en su casa en marzo de 2016. Un tribunal dictaminó que el asesinato de Cáceres fue ordenado por ejecutivos de la empresa hondureña dueña de la represa, conocida como DESA, que contrató a los sicarios que fueron condenados por llevar a cabo el asesinato. Al menos dos de los hombres involucrados en el crimen habían sido entrenados por militares estadounidenses.

El asesinato de Cáceres se produjo un año después de que la activista recibiera el Premio Ambiental Goldman por su trabajo para proteger a las comunidades indígenas y por su lucha contra la represa. Esta es Cáceres hablando en 2015.

BERTA CÁCERES: En nuestras cosmovisiones, somos seres surgidos de la tierra, el agua, y el maíz. De los ríos somos custodios ancestrales del pueblo lenca. Resguardados además por los espíritus de las niñas, que nos enseñan que dar la vida de múltiples formas, por la defensa de los ríos, es dar la vida para el bien de la humanidad y de este planeta.

AMY GOODMAN: Escuchábamos a Berta Cáceres dando su discurso de aceptación del Premio Ambiental Goldman en 2015. Justo unas semanas después de que los asesinos de Cáceres fueran condenados, Democracy Now! habló con su hija Laura Zúñiga Cáceres en Madrid, España. Comencé por preguntarle si pensaba que la reciente sentencia había hecho justicia.

LAURA ZÚÑIGA CÁCERES: Bueno, primero eso, una condena tardía, digamos, son casi cuatro años de estar buscando justicia, viene producto de un proceso bastante difícil y doloroso que ha sido ponernos a nosotros como víctimas en disputa directa con un Estado asesino y agresor, y se dan los resultados mínimos que pudo haber dado el Estado. Seguimos hablando de que no están los asesinos intelectuales de mi mami y que a quienes se capturó y se condenó fueron a las personas más débiles dentro de la estructura criminal que atentó contra mi mami.

AMY GOODMAN: ¿Podría contarnos qué pasó y quiénes cree que son los responsables de la muerte de su madre, desde los hombres que le dispararon hasta la persona que ustedes creen que ordenó su asesinato?

LAURA ZÚÑIGA CÁCERES: Bueno, mi mami era una luchadora, defensora del territorio indígena lenca que está en el suroccidente de Honduras, estaba defendiendo el territorio también del concesionamiento que hubo a los ríos. Específicamente había una lucha muy importante que es la lucha en defensa del Río Gualcarque, que es un río sagrado para el pueblo lenca.

En esa defensa se intentaba construir una represa que es la represa hidroeléctrica Agua Zarca, quien la estaba construyendo es la empresa DESA, cuyos socios más importantes, mayoritarios, es la familia Atala Zablah, y esta empresa es la que nosotros hemos responsabilizado y que incluso hay un tribunal que ha dicho que es la responsable del asesinato de mi mami. Entonces nosotros entendemos que los socios de esta empresa son los que participaron en el asesinato de mi mami. Además de eso, a partir de una investigación hemos tenido pruebas que conectan a esta familia con el asesinato de mi mamá. Entonces, ellos son las que todavía faltan. Hoy hay siete personas condenadas que son asociadas a su autoría, a la autoría material del asesinato o a la autoría del asesinato material de mi mamá.

Esas son las personas que son gatilleros, que participaron disparándole. Hay en esas siete personas condenadas, dos personas muy vinculadas a la empresa DESA, una de ellas es el ex jefe de seguridad de la empresa y el otro es el gerente ambiental. Entonces, nos preocupa porque hay elementos militares ahí también, siendo que fueron condenados. Hay una persona más que está siendo juzgada, que es el gerente general de la empresa DESA, una persona que es un militar que participó en la inteligencia del Estado y que aplicó esos conocimientos para perseguir y armar todo el asesinato de mi mami y de otros defensores más del río Gualcarque.

AMY GOODMAN: ¿Qué pruebas tienen de que la familia dueña de la represa está directamente involucrada? ¿Se presentó esa evidencia en el juicio?

LAURA ZÚÑIGA CÁCERES: Bueno, tenemos 33 amenazas previas que se le hicieron a mi mami, la mayoría vinculadas a DESA, previo a su asesinato. Además de esto, a partir de información que nos da el Ministerio Público, logramos ver chats o comunicaciones de miembros de la empresa con sus empleados en las que hablan de ataques hacia el COPINH. Además de lo que implicaba para ellos la actividad de mi mami. Además de eso, hay también chat que vinculan directamente al gerente general con los gatilleros… en las que se coordina el asesinato de mi mami. Y además, como el gerente general le da información a miembros de la familia, entonces yo creo que eso es bastante evidente y demuestra un poco cómo esta red con también comportamientos militares.

AMY GOODMAN: De los siete hombres que fueron condenados por el asesinato de su madre, dos recibieron entrenamiento en Estados Unidos. Uno es un ex teniente del Ejército y otro, un mayor de las Fuerzas Especiales. Según se indica, militares entrenados por Estados Unidos “proporcionaron apoyo logístico y el arma usada en el asesinato de Cáceres”. ¿Puede hablarnos sobre esta conexión con Estados Unidos?

LAURA ZÚÑIGA CÁCERES: Yo creo que lo que vimos a partir del golpe de Estado fue cómo se entra masivamente el extractivismo en nuestro país. Y ahí vemos cómo los militares son los que logran tener el poder sobre esas empresas. Son… se van volviendo empresarios a partir de este golpe de Estado y ahí vemos cómo primero el gobierno de los Estados Unidos es cómplice y permite la instalación de este golpe de este Estado. Luego vemos cómo se sigue apoyando, sobre todo en el área militar, a gobiernos … que son altamente represivos y violadores de derechos humanos. Y digamos, cuando fue el asesinato de mi mami, una de las cosas que nos llamó la atención es que se hablaba que miembros del FBI estaban investigando el asesinato de mi mami, cosa que la embajada de Estados Unidos nunca aclaró, a pesar de que no era cierto y que permitió que el Estado creara esa narrativa. Pero la cosa más evidente de cómo se forman militares para asesinar a defensores es el entrenamiento que recibe tanto Mariano Díaz Chávez como David Castillo por parte de los Estados Unidos y que pone a funcionar para realizar este asesinato y los que no han cortado jamás el financiamiento para el gobierno de Juan Orlando Hernández, que es un gobierno dictatorial, que sigue asesinando, que sigue generando impunidad sobre el caso de mi mami y sobre otros casos más.

AMY GOODMAN: ¿Puede contarnos sobre la investigación independiente que se llevó a cabo, quiénes estuvieron involucrados y qué pasos se deberían seguir al respecto ahora?

LAURA ZÚÑIGA CÁCERES: Nosotros, desde un inicio, desde que fue el asesinato de mi mami, el primer día, exigimos una comisión internacional que pudiera investigar porque entendíamos que el Estado había sido parte —y lo vemos ahora— de este asesinato. El Estado nunca nos permitió que entrara una comisión. Lo ofreció, por ejemplo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, pero no nos dejó participar. No dejó participar a esa comisión. Entonces, nosotros hicimos un llamado a juristas internacionales, con experiencia en casos de genocidio, desaparición, de crímenes de Estado, que pudieran participar y hacer una investigación independiente, en los que participó gente de Guatemala, de Colombia, de Estados Unidos y de Holanda. Y con la información que brindó el Ministerio Público, la revisaron, las sistematizaron y ahí salió que hace más de un año y medio, que fue cuando se entregó la información, el Ministerio Público ya contaba con pruebas para enjuiciar a más personas, pero que no lo había hecho.

¿Qué es lo que nos queda para que haya justicia realmente? Yo creo que son por lo menos dos cosas: La primera es la captura y el enjuiciamiento y condena de los autores intelectuales del asesinato de mi mamá. Y la segunda, que es muy importante, es la cancelación de la concesión del río Gualcarque, porque hoy en día, después del asesinato de mi mami y después de más de seis muertes por causa de esta represa, aún la empresa DESA tiene la concesión del río. O sea, tiene el poder de hacer lo que quiera con ese río y eso es realmente indignante que siga sucediendo. O sea, hay una impunidad descarada en este caso y así la persecución abierta contra un montón de defensores en Honduras. Pero para iniciar con el proceso de justicia, yo creo que son esos dos puntos.

AMY GOODMAN: ¿Puede poner en un contexto más amplio el asesinato de su madre, en términos de cuál era su lucha en Honduras y lo que están tratando de lograr ustedes como miembros del grupo ambiental COPINH en La Esperanza, donde ella vivía y ustedes aún viven? ¿Qué debe entender la gente sobre esta lucha?

LAURA ZÚÑIGA CÁCERES: Bueno, yo creo que una de las cosas para entender a Honduras es que vivimos un golpe de Estado y una dictadura altamente represiva y militarizada. Bajo este contexto, el COPINH ha venido luchando desde el ‘92. Fue mi mami coordinadora de esta organización y lo que buscaba era proteger los bienes naturales que el pueblo indígena lenca ha protegido durante más de 500 años. Era también proteger la vida de las personas que están ahí. Nosotros, el COPINH, trabajamos con mujeres, con niños, con la cultura, desde una visión plural que propone otras formas de vida que no tienen que ver con la destrucción de este planeta.

Yo creo que fortalecer las cosas buenas del pueblo lenca y poder articular con otros pueblos, enfrentarse a la justicia, es un poco lo que hacía mi mami y lo que viene haciendo mucha gente allá. El COPINH está en la parte sur occidente Honduras y son muchas comunidades las que están formando parte, aliándose y construyendo otra visión del mundo. Y por eso, digamos, por su propuesta, que tenía que ver con la refundación de Honduras, que tenía que ver con pensarse libres, con el derecho a ser felices es que se asesina a mi mami. Se intenta también acabar con la organización, que es eso, es plural, somos muchos y muchas que siguen, digamos, poniendo el cuerpo y que el asesinato de mi mami lo que marcó fue la necesidad de construir realmente otra sociedad.

AMY GOODMAN: Usted está en Madrid. El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, también está acá. Al llegar, Hernández escribió en Twitter: “No llegamos a Madrid a pedir; llegamos a exigir lo justo. Honduras es uno de los 3 países más afectados por cambio climático en el mundo. Los fondos verdes son urgentes para enfrentar la emergencia que destruye nuestras fuentes de agua, bosques, agricultura y nuestra existencia”. ¿Qué le diría al presidente Hernández?

LAURA ZÚÑIGA CÁCERES: Yo creo que es muy cínico el decir eso, sobre todo cuando él ha sido parte, digamos, de la destrucción y el sometimiento de la población a una gran violencia. O sea, si es cierto que el pueblo hondureño está viviendo grandes consecuencias por la destrucción del planeta, pero no él, es más, los fondos del Estado, los ha utilizado y los ha invertido en la militarización de ese país, en la represión, en la persecución hacia los defensores de la tierra y por eso estamos viendo asesinatos, estamos viendo a personas encarceladas. Estamos viviendo una situación en la que realmente se compromete la vida en Honduras y hablar y apropiarse incluso de los discursos de quienes estamos poniendo el cuerpo, a mí, sinceramente, me genera mucha indignación, sobre todo porque él ha sido una de las personas que ha asegurado la impunidad en el caso de mi mami.

AMY GOODMAN: ¿Cuál es el precio que las mujeres en particular pagan por luchar por la justicia climática?

LAURA ZÚÑIGA CÁCERES: Yo creo que son varios. Una de las cosas es que así como se viola y se destruye el territorio tierra, así también se atacan nuestros cuerpos y eso es algo que es una constante, digamos, en países como Honduras. Sabemos que asumimos el riesgo de que nos asesinen, que nos violen, que ataquen a nuestras familias. También yo creo que tiene que ver mucho con el desarraigo, con la historia, porque somos las mujeres quienes guardamos la historia y la forma de gestión de los bienes naturales y cuando se nos desplaza o se nos violenta se pierde también y se rompe ese tejido social. Es también la destrucción de los planes de vida y de futuro cuando pasan cosas como amenazas, como asesinatos. Yo creo que cambia también el rumbo de cómo nos estamos imaginando en nuestro futuro, porque nos toca entonces afrontar y resistir un modelo muy pero muy agresivo para nosotras.

Entonces es como eso, pero yo también creo que somos las mujeres las que estamos llevando adelante la resistencia, los liderazgos, el liderazgo en mi mami era uno pero cuando nosotros vamos a las comunidades encontramos grandes liderazgos de mujeres y eso tiene que ver también con que estamos logrando generar alianzas que nos permiten también fortalecernos.

AMY GOODMAN: ¿Cómo afecta la crisis climática a Honduras? La gente de Estados Unidos ve a Honduras como un país del llamado Triángulo Norte, de dónde muchos refugiados que intentan llegar a Estados Unidos proceden. ¿La crisis climática influye en ese éxodo?

LAURA ZÚÑIGA CÁCERES: Yo creo que una de las cosas es que la crisis es provocada también por un modelo de despojo y de agresión hacia el planeta y hacia los países también que estamos destinados a ser zonas solo dadoras de nuestros bienes. Entonces vemos que este sistema de despojo, que es el sistema extractivo, crea el despojo de la tierra, que es el lugar donde muchos y muchas logran sobrevivir, logran tejer su vida, su cultura y esto es uno de los primeros pasos hacia la salida, hacia la migración.

Pero también vemos, por ejemplo, como la destrucción de nuestros territorios, de nuestros ríos, va generando también que las tierras se sequen, que las lluvias cambien. Entonces esto hace que las cosechas, pues, se sequen. También vimos el año antepasado como en el pueblo lenca, el maíz…no se pudo sacar cosecha de maíz porque no llovió. Entonces ya no hubo más posibilidad. En la parte sur, también de Honduras, estamos viendo sequías. En la capital hubo una crisis del agua, no había agua y eso va generando inestabilidad. Va generando la necesidad de irse, pero yo creo que lo central es este modelo de despojo que nos quita nuestros territorios, nuestros bienes, los destruye y nos saca así de los lugares en los que crecimos y que nos permiten sobrevivir.

AMY GOODMAN: Su madre fue una mujer increíblemente valiente. Usted está siguiendo sus pasos. ¿De dónde saca las fuerzas, y qué le produce esperanza?

LAURA ZÚÑIGA CÁCERES: Bueno, yo creo que las ganas de luchar vienen de, primero, la indignación que fue este asesinato, de pensar qué haría mi mami, porque yo creo que una de las cosas que uno busca y muchas personas buscamos es poder rendirle honor a ella a través de nuestra vida. Y lo que me da esperanza…

Yo creo que es el pueblo lenca, que es un pueblo rebelde, que es un pueblo que guarda la alegría. Incluso en momentos en los que parece que no hay nada de esperanza, hay una risa, hay mucha creatividad para poder enfrentar incluso situaciones tan violentas como las que vivimos. Yo creo que eso anima mucho. Yo, a pesar de todo, me quedo en Honduras porque es el lugar que me da energía para seguir.


Colaboraron en la producción de esta entrevista Clara Ibarra, Gabriela Barzallo, Igor Moreno Unanua y Mariana Góngora.

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