En Irán, candidatos conservadores afiliados a la Guardia Revolucionaria obtuvieron la mayoría de los escaños parlamentarios en una elección que tuvo la menor participación electoral desde la revolución de 1979. Más de 7.000 posibles candidatos fueron descalificados antes de las elecciones, las primeras desde que Estados Unidos reanudara las duras sanciones contra Irán. La participación en la capital, Teherán, fue solo del 25%, con partidarios leales al ayatolá Khamenei obteniendo todos los escaños disponibles.
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