En Estados Unidos, un tercer recluso ha muerto a causa de COVID-19 en la prisión federal de Oakdale, en el estado de Luisiana. Hay casos confirmados en cárceles comunes o del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas en los estados de Florida, Georgia, Carolina del Norte, Texas, Arkansas, Pensilvania, California, Nevada, Colorado, Minesota, Ohio, Kentucky, Maryland, Vermont, Nueva Jersey e Illinois, donde un preso de 59 años de edad murió tras contraer COVID-19 en la prisión de Stateville, cerca de Joliet. En Detroit, un oficial del Departamento Correccional de Michigan murió a causa de COVID-19 el martes y más de 140 reclusos han dado positivo en las pruebas. En la ciudad de Nueva York, el médico encargado de la cárcel de la isla Rikers dijo que es poco probable que los oficiales puedan detener la propagación de la COVID-19 y predijo que el 20% de los infectados necesitarán hospitalización y el 5% necesitarán respiradores. El doctor Ross MacDonald calificó la situación que se vive en Rikers de “un desastre de salud pública que está ocurriendo ante nuestros ojos”. Los reclusos informan que están apiñados de a 50 en un dormitorio, durmiendo a 40 centímetros de distancia uno del otro, sin acceso a jabón, guantes, desinfectante o lejía. Estados Unidos es, por lejos, el país con más reclusos del mundo, con 2,3 millones de personas tras las rejas.
El coronavirus en las cárceles de EE.UU. es “un desastre de salud pública que está ocurriendo ante nuestros ojos”
Titular02 Abr. 2020