El Gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, abrió una investigación del FBI sobre la muerte de Shireen Abu Akleh, la periodista palestino-estadounidense que murió en mayo tras recibir un disparo en la cabeza mientras cubría una incursión israelí en los territorios ocupados de Cisjordania. Su muerte se produjo aun cuando llevaba puesto un casco claramente marcado con la palabra ”PRENSA”. Las autoridades israelíes inicialmente culparon a los palestinos por su muerte; luego dijeron que la evidencia no era “concluyente”; por último, tras cambiar una vez más su historia en septiembre, dijeron que Abu Akleh pudo haber sido alcanzada “accidentalmente” por los disparos que efectuaron los militares israelíes luego de ser atacados por combatientes palestinos. Sin embargo, tanto los relatos de los testigos oculares como las imágenes de los videos que grabaron lo sucedido en el área donde Shireen murió no muestran evidencia de que haya habido un tiroteo. Por su parte, las investigaciones que realizaron la cadena Al Jazeera, el periódico The New York Times, la cadena de noticias CNN y otros medios de comunicación también cuestionan la versión oficial de Israel sobre la muerte de Abu Akleh.
La familia de Abu Akleh calificó la investigación de Estados Unidos como un paso importante hacia la rendición de cuentas y escribió: “Es lo que Estados Unidos debe hacer cuando un ciudadano estadounidense muere en el extranjero, especialmente cuando la muerte, como lo fue Shireen, ocurre a manos de un ejército extranjero”.
El ministro de Defensa de Israel, Benny Gantz, calificó la decisión de Estados Unidos de investigar la muerte de Abu Akleh como un “grave error” y agregó: “Le he dejado claro a Estados Unidos que no cooperaremos con ninguna investigación externa y no permitiremos que se interfiera de ninguna manera con los asuntos internos de Israel”.
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