
Inundaciones en un área de Texas afectada por una larga sequía dejan más de 82 muertes en medio de recortes de Trump al servicio meteorológico y otras agencias de respuesta a emergencias climáticas
Al menos 82 personas han muerto y docenas más siguen desaparecidas tras la repentina crecida del río Guadalupe, cuyo nivel subió más de ocho metros en menos de una hora el viernes 4 de julio provocando inundaciones que devastaron el centro de Texas durante el fin de semana, en medio de las lluvias torrenciales que azotan la región. Entre las personas desaparecidas hay al menos diez niñas que se encontraban en el Camp Mystic, un campamento de verano para niñas ubicado a orillas de dicho río. La zona más afectada por las inundaciones es el condado de Kerr, donde han muerto al menos 40 adultos y 28 menores de edad. La velocidad y la escala que ha tomado este desastre natural genera la pregunta de por qué las autoridades no estaban mejor preparadas y si los recortes que viene implementando Trump al desarrollo científico pueden haber exacerbado la situación.
“El Servicio Meteorológico Nacional, al igual que muchas otras agencias federales, sufrió una pérdida significativa de personal” en los últimos meses, señala el meteorólogo retirado de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por su sigla en inglés) Alan Gerard, que ahora se desempeña como director ejecutivo de la organización de divulgación científica Balanced Weather, que proporciona importantes alertas meteorológicas y climáticas. Gerard dice que si bien, al parecer, hubo una dotación de personal adecuada para responder a las alertas por la inundación en Texas, hay una preocupación general por el impacto tanto de los recortes presupuestarios ya implementados, como de las reducciones aún más profundas que está evaluando hacer el Gobierno. “Todavía nos falta lidiar con la temporada de huracanes”, añade Gerard.
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