La Cámara de Representantes rechazó un proyecto de ley de ayuda alimentaria de 500.000 millones de dólares que hubiera impuesto fuertes recortes a los cupones de alimentos para los estadounidenses de bajos ingresos. La medida exigía recortes de 20.000 millones de dólares al programa de cupones de alimentos en los próximos diez años. Casi dos millones de personas hubieran perdido acceso a los cupones y 200.000 niños se hubieran quedado sin las comidas escolares. Antes de la votación, los republicanos aprobaron una enmienda que hubiera permitido que los estados impusieran requisitos laborales a los beneficiarios de los cupones de alimentos. La congresista demócrata Barbara Lee, una ex beneficiaria de los cupones de alimentos, denunció en la Cámara de Representantes lo que denominó otro ataque a las familias carenciadas.
La representante Barbara Lee declaró: “Sé por experiencia personal que nadie quiere depender de los cupones de alimentos. Muchos de los beneficiarios del SNAP [Programa de Asistencia Nutricional Complementaria] son personas muy trabajadoras que ganan un salario mínimo y otros están desesperados en busca de trabajo en la difícil situación económica actual. Esta reforma exige que las familias que pasan hambre busquen un trabajo, a pesar de que elimina los fondos de asistencia al empleo y de capacitación laboral para esas mismas familias. No nos engañemos: si hacemos que una familia sufra más hambre y más dificultades económicas, eso no significa que mágicamente conseguirán trabajo”.
A pesar de que la enmienda del requisito laboral fue aprobada, 62 republicanos ayudaron a los demócratas a rechazar la totalidad del proyecto de ley debido a que querían recortes aún más profundos de los propuestos por la ley. Tras la votación, la líder de la minoría de la Cámara, Nancy Pelosi, se burló de los republicanos y calificó su manejo del proyecto de ley de “muestra de falta de profesionalismo”.