En Brasil, el exvicepresidente Michel Temer asumió el poder como presidente interino después de que el Senado destituyera a la presidenta Dilma Rousseff e iniciara el proceso de juicio político por acusaciones de haber manipulado cuentas con el fin de ocultar un déficit presupuestario. Rousseff calificó esta acción como un golpe de Estado y se comprometió a combatirlo. El jueves dijo que el juicio político es una amenaza a la soberanía de Brasil y su Constitución.
Rousseff declaró: “Esta condición, la condición de una presidenta que fue electa por 54 millones de personas, a las que les digo ahora, ahora mismo, en este momento de división para la democracia brasileña y para nuestro futuro como país, que lo que está en juego en el proceso de juicio político no es solamente mi mandato; lo que está en juego es el respeto por las elecciones, la voluntad soberana del pueblo brasileño y la Constitución”.
El intento de derrocar a la presidenta Rousseff provocó grandes protestas en todo Brasil. El jueves, decenas de mujeres se encadenaron a las puertas del Palacio do Planalto de Brasilia, sede del poder ejecutivo, como muestra de apoyo a Rousseff. Una manifestante, Fátima, hizo sus declaraciones.
Fátima expresó: “Los líderes del golpe en Brasil quieren sacar a la presidenta Dilma y usurpar nuestra democracia; solo nos podrán sacar de aquí por la fuerza, porque estamos defendiendo la democracia y el mandato electo por más de la mitad de los brasileños”.
Visite democracynow.org/es para ver nuestra cobertura desde Río de Janeiro y una entrevista con el periodista Andrew Fishman, de The Intercept.