El consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, el general H.R. McMaster, se reunió con el presidente afgano, Ashraf Ghani, y otros diez líderes de Afganistán en la capital Kabul durante el fin de semana, solo días después de que Estados Unidos lanzara su bomba no nuclear más poderosa en Afganistán.
El ataque fue llevado a cabo con una bomba de 10.000 kilos, la bomba aérea de artillería masiva o MOAB, a la que se conoce como “la madre de todas las bombas”. Los funcionarios afganos afirman que la bomba acabó con la vida de aproximadamente 100 militantes del autoproclamado Estado Islámico (ISIS) en el distrito de Achin, provincia de Nangarhar. El periódico The Guardian informa que un parlamentario de Nangarhar afirmó que la explosión causó la muerte de al menos dos civiles: una maestra y su hijo pequeño.
Durante el fin de semana, el expresidente de Afganistán Hamid Karzai se refirió al actual presidente Ghani como un “traidor” por coordinar el ataque con el ejército estadounidense. Además, criticó el ataque del jueves y afirmó: “Esto no es una guerra contra el terrorismo, sino el uso indebido, inhumano y violento de nuestro país como zona de prueba de armas nuevas y peligrosas”.
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