En Ucrania, al menos 44 personas fallecieron y decenas siguen desaparecidas luego de que un ataque con misiles destruyera el sábado un edificio de apartamentos de varios pisos en la ciudad de Dnipró. Este fue uno de los ataques individuales más mortíferos de la guerra que comenzó cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022. Las autoridades de Kiev culparon a los misiles rusos de largo alcance por el ataque. El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, condenó enérgicamente el ataque y lo calificó como “otro ejemplo de una presunta violación de las normas de la guerra”. Un portavoz del Kremlin negó que Rusia fuera responsable del ataque, y sugirió que un misil antiaéreo ucraniano se podría haber desviado y causado la explosión.
Mientras tanto, se siguen librando feroces combates en la provincia oriental de Donetsk, donde las fuerzas armadas rusas intentan tomar el control total de la ciudad de Soledar.
En la mañana del martes, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos confirmó que más de 7.000 civiles han muerto en Ucrania desde la invasión de Rusia, aunque el organismo cree que el número real es probablemente “considerablemente mayor”. En Kiev, el presidente ucranio, Volodymyr Zelensky, habló sobre los más recientes ataques rusos y pidió a los aliados que envíen armamento aún más pesado.
Presidente Volodymyr Zelensky: “¿Es posible detener el terror ruso? Sí. ¿Esto puede hacerse de una forma que no sea en el campo de batalla en Ucrania? Desgraciadamente, no. Puede y debe hacerse en nuestra tierra, en nuestro cielo, en nuestros mares. ¿Qué se necesita para [llevar adelante] esto? Las armas que están en los depósitos de nuestros socios y que nuestros soldados tanto esperan [recibir]”.