En Afganistán, los funcionarios talibanes afirman que se han registrado unas 3.000 muertes tras el devastador terremoto de 6,3 grados de magnitud que, el sábado, arrasó la provincia occidental de Herat. El terremoto y sus réplicas dejaron varias localidades en ruinas, donde las familias de las cientos de personas que siguen desaparecidas han pasado las noches durmiendo entre los escombros, con la esperanza de encontrar a sus seres queridos mientras buscan entre las ruinas con palas. Se están utilizando excavadoras para despejar el terreno y poder así cavar largas filas de tumbas. Estas fueron las palabras expresadas por dos de los supervivientes.
Pari Gul: “Mis dos nietos están muertos. Están enterrados allí. He perdido toda mi vida. Todo está bajo los escombros”.
Ataullah: “Queremos que el Gobierno y otras agencias de ayuda [humanitaria] nos presten atención, que nos proporcionen refugio y comida para que el frío no nos mate. Ustedes pueden ver la situación en la que estamos. Ellos deberían enfocar su atención en todos los afectados”.
Afganistán ya enfrentaba una crisis humanitaria en ascenso, que fue agravada por las sanciones que Estados Unidos impuso contra los talibanes, lo que ha restringido el acceso de alimentos y otros recursos a al menos 15 millones de personas. Las Naciones Unidas están asignando fondos para enviar ayuda, mientras que Pakistán, Irán y China se han comprometido a enviar alimentos, medicamentos, tiendas de campaña y más fondos. Asimismo, Irán y Pakistán también se han ofrecido a enviar equipos de rescate.